La erradicación de la pobreza y la distribución de la riqueza han sido dos de los
temas del discurso del Papa al nuevo embajador de Panamá
Jueves, 17 mar (RV).-Esta mañana el cardenal Ángelo Sodano, en nombre del Santo Padre,
ha recibido las cartas credenciales del nuevo embajador de Panamá ante la Santa Sede.
El secretario de Estado de Su Santidad ha leído un discurso del Papa, en el que se
ha elogiado al “querido pueblo panameño, que vive momentos de esperanza ante los desafíos
de un mundo globalizado al cual hay que hacer frente con la solidaridad”.
Y
precisamente esta solidaridad es la virtud que “ha de inspirar la acción de los individuos,
de los gobiernos, de los organismos e instituciones internacionales y de todos los
miembros de la sociedad civil, comprometiéndolos a trabajar para un justo crecimiento
de los pueblos y de las naciones, teniendo como objetivo el bien de todos y de cada
uno (cf. Enc. Sollicitudo rei socialis, 40)”.
Juan Pablo II ha subrayado además
el buen entendimiento y la estrecha colaboración entre las Autoridades públicas y
la Iglesia en Panamá, donde ambos “tienen una finalidad convergente: promover el bien
integral de cada persona y el bien común de la sociedad”. En este sentido el Papa
ha dicho que le consta la preocupación del gobierno de Panamá por combatir la pobreza
en la que todavía vive parte de la población, estableciendo condiciones más favorables
para la creación de empleos y supervisión frente al flagelo de la corrupción.
En
este mismo contexto el Pontífice asegura la contribución de la Iglesia en la promoción
de la “convivencia y la participación cívica responsable; defendiendo la dignidad
de la persona. La Iglesia misma, a lo largo de los siglos, ha sido generadora de cultura
en Panamá y desea seguir siéndolo frente a una cultura que niega el respeto de la
vida y es indiferente ante tantas personas que sufren.
Tras recordar que el
pueblo panameño ha celebrado ya el primer centenario de vida republicana, el Santo
Padre subraya que “los logros alcanzados han de consolidarse mediante compromisos
firmes que permitan afrontar los fenómenos que podrían ponerlos en peligro. En este
sentido, hay que orientar la inversión de los recursos disponibles en proyectos destinados
a erradicar la pobreza y poner remedio a la enorme diferencia en la distribución de
la riqueza; formar a las diversas generaciones en el respeto de la dignidad de cada
grupo étnico; mejorar el sistema educativo; agilizar la actuación del poder judicial
y hacer más humana y justa la situación de los reclusos para que se facilite su reinserción
en la sociedad, y, en fin, proporcionar los medios necesarios para el desarrollo integral
del hombre panameño”.