2005-03-17 15:33:46

La erradicación de la pobreza y la distribución de la riqueza han sido dos de los temas del discurso del Papa al nuevo embajador de Panamá


Jueves, 17 mar (RV).-Esta mañana el cardenal Ángelo Sodano, en nombre del Santo Padre, ha recibido las cartas credenciales del nuevo embajador de Panamá ante la Santa Sede. El secretario de Estado de Su Santidad ha leído un discurso del Papa, en el que se ha elogiado al “querido pueblo panameño, que vive momentos de esperanza ante los desafíos de un mundo globalizado al cual hay que hacer frente con la solidaridad”.

Y precisamente esta solidaridad es la virtud que “ha de inspirar la acción de los individuos, de los gobiernos, de los organismos e instituciones internacionales y de todos los miembros de la sociedad civil, comprometiéndolos a trabajar para un justo crecimiento de los pueblos y de las naciones, teniendo como objetivo el bien de todos y de cada uno (cf. Enc. Sollicitudo rei socialis, 40)”.

Juan Pablo II ha subrayado además el buen entendimiento y la estrecha colaboración entre las Autoridades públicas y la Iglesia en Panamá, donde ambos “tienen una finalidad convergente: promover el bien integral de cada persona y el bien común de la sociedad”. En este sentido el Papa ha dicho que le consta la preocupación del gobierno de Panamá por combatir la pobreza en la que todavía vive parte de la población, estableciendo condiciones más favorables para la creación de empleos y supervisión frente al flagelo de la corrupción.

En este mismo contexto el Pontífice asegura la contribución de la Iglesia en la promoción de la “convivencia y la participación cívica responsable; defendiendo la dignidad de la persona. La Iglesia misma, a lo largo de los siglos, ha sido generadora de cultura en Panamá y desea seguir siéndolo frente a una cultura que niega el respeto de la vida y es indiferente ante tantas personas que sufren.

Tras recordar que el pueblo panameño ha celebrado ya el primer centenario de vida republicana, el Santo Padre subraya que “los logros alcanzados han de consolidarse mediante compromisos firmes que permitan afrontar los fenómenos que podrían ponerlos en peligro. En este sentido, hay que orientar la inversión de los recursos disponibles en proyectos destinados a erradicar la pobreza y poner remedio a la enorme diferencia en la distribución de la riqueza; formar a las diversas generaciones en el respeto de la dignidad de cada grupo étnico; mejorar el sistema educativo; agilizar la actuación del poder judicial y hacer más humana y justa la situación de los reclusos para que se facilite su reinserción en la sociedad, y, en fin, proporcionar los medios necesarios para el desarrollo integral del hombre panameño”.







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