2005-03-11 15:32:14

Reflexiones en familia


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Viernes, 11 mar (RV).- Todos nosotros alguna vez hemos querido superar a nuestros padres en muchas cosas, independiente del gran amor que les tengamos o las buenas relaciones que a lo largo de la vida hayamos tenido, pues como hijos queremos ser diferentes, reafirmar nuestra propia identidad, y claro, mejorar y cambiar sus errores.

Y este deseo natural se hace aún más fuerte y necesario cuando precisamente las relaciones con nuestros padres no han sido muy buenas, por diversas razones, pero esta necesidad va unida a una gran conciencia de lo que vivimos en esa relación padres e hijos, pues sólo aclarando esas diferencias y dificultades podemos pasar la página y emprender una camino diferente, la reafirmación como hijos, de nuestros propios destinos.
En el fondo, todos deseamos profundamente ser queridos y querer a nuestros padres. Quisiéramos dejar atrás las dificultades, las equivocaciones, incluso la hostilidad y la amargura que muchas veces marcó la relación con nuestros padres y nos mantiene separados de ellos, posiblemente con escasa comunicación.

Para limpiar la relación con los padres se deben dejar atrás los resentimientos y conflictos que se tienen por dentro. De no hacerlo, cuando se den situaciones se repetirán los malos entendidos, las equivocaciones, pues es un patrón de conducta que a lo largo del tiempo fuimos aprendiendo y que en nuestra vida actual podemos repetir con un jefe o la pareja, ya que se asemejan a aquéllas que se guardan por dentro, a ese patrón a seguir, y obviamente, se reacciona de la misma manera.

En la medida en que mantengamos en nuestro corazón los resentimientos, éstos terminan por controlar y tener un poder total sobre nuestras vidas. Mientras más se resiste la persona a dejar ir el pasado, más persiste e intoxica el presente. La mejor razón para dejar atrás los resentimientos y perdonar es recuperar la libertad emocional y la paz mental. Lo que resiste, persiste, y puede recrear en el adulto situaciones similares a los conflictos no resueltos de la niñez.

Otra consecuencia de no resolver esos resentimientos en el momento indicado es que pueden suprimir o reducir el amor y el gusto por la vida. Es posible que la persona tome una decisión subconsciente de que amar es peligroso, y por tanto, no se abra a la intimidad emocional con su pareja o sus hijos, restringiendo el calor de estas relaciones. Cierra su corazón al amor y el entendimiento provocando al interior del hogar situaciones de resentimiento y dolor, que hacen cíclico y repetitivo, las ocasiones de resentimiento y diferencia entre padres e hijos.

Existen diversas formas para sanar los resentimientos, para llegar al perdón real y sincero. Obviamente, hay casos más complejos y delicados de diferencias y problemas entre padres e hijos que requieren de la ayuda de un profesional. Pero en los casos en que las diferencias no sean profundas e insalvables, un primer paso para el perdón es tomar conciencia de cuáles son realmente esas diferencias que han creado resentimiento y dolor, y escribirlas ayuda a que estas se hagan más claras.

Por ejemplo: ''resiento que sentía que me hacías responsable por tu infelicidad'', o ''resiento que me castigabas sin escuchar mi explicación''. El objetivo de hacerlos visibles, escribirlos, es facilitar la expresión de esos sentimientos que muchas veces llevamos muy adentro sin poder expresarlos con claridad.

Tratar de establecer una comunicación franca y sincera con los padres sería fundamental, no en términos de reclamo o discusión, porque no se haría nada, pero si en términos de ser escuchado, y escuchar las razones y motivaciones de los padres, que con seguridad –pasado el tiempo- se tendrá mucha más calma y concreción en esas diferencias.

En caso de no poder establecer directamente una comunicación abierta con los padres, el hecho de imaginarla es ya un buen ejercicio. Esto permite visualizar a los padres entendiendo y confortando al hijo hoy. Este ejercicio suele tener un buen efecto liberador y puede que sea necesario repetirlo varias veces, hasta que los resentimientos pierdan fuerza y la persona se sienta aliviada.

No hay que olvidar que sanar los resentimientos y acercarse al perdón no sólo ayuda a mejorar las relaciones entre padres e hijos, sino que le facilita no repetir los viejos patrones o esquemas de relación conflictivos y dañinos sea con sus hijos u otras personas con las que se relacione.

Texto: Alma García- Locución: Alina Tufani Díaz







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