2005-02-03 16:34:42

La Iglesia alienta “la donación gratuita de órganos” bajo una normativa de transplantes, que defienda la vida y la dignidad de donante y receptor


Jueves, 3 feb (RV).- El Papa anhela una necesaria y rigurosa normativa en la práctica de los transplantes de órganos, que defienda la vida y la dignidad del donante y del receptor.

Juan Pablo II ha enviado un Mensaje a la Academia Pontificia de las Ciencias, que ha convocado para - hoy y mañana - en el Vaticano, una reunión internacional del grupo de estudio encargado de investigar sobre los “Signos de la muerte”, en el contexto de la práctica de los transplantes de órganos de personas fallecidas. En este encuentro participan también neurólogos, cardiólogos y especialistas en bioética de Estados Unidos, Canadá, Brasil, Argentina, Japón, Francia, Gran Bretaña e Italia.

Tras expresar su profundo aprecio a los miembros de esta Academia por su “tradicional compromiso de investigación y reflexión sobre las delicadas cuestiones científicas que interpelan a la sociedad contemporánea”, el Papa recuerda que el magisterio de la Iglesia ha seguido desde sus comienzos – a partir de su predecesor Pío XII - “con constancia y conciencia, el desarrollo de la práctica quirúrgica del transplantes de órganos, adoptada para salvar vidas humanas de la muerte inminente”, consintiendo que el enfermo viva dignamente un ulterior periodo de años.

En este contexto, Juan Pablo II hace hincapié en que la Iglesia ha alentado y alienta “la donación gratuita de órganos” y subraya las “condiciones éticas para tales donaciones, evidenciando la obligación de la defensa de la vida y de la dignidad del donante y del receptor”. Indicando asimismo “los deberes de los especialistas que intervienen en este procedimiento sustitutivo”, el Papa reafirma que “se trata de favorecer un complejo servicio a la vida, armonizando el progreso técnico y el rigor ético, así como la humanización de las relaciones interpersonales y la correcta información de la sociedad”.

Recordando “la necesidad de perseguir una investigación continua en el ámbito técnico y científico”, por parte de todos aquellos que realizan los transplantes, el Santo Padre advierte que “al mismo tiempo, se impone un diálogo continuo con los expertos de las disciplinas antropológicas y éticas, para garantizar el respeto de la vida y de la persona y para brindar los datos necesarios a los legisladores para que se establezca una necesaria y rigurosa normativa en este sector”.

Poniendo de relieve que en la antropología cristiana el momento de la muerte de cada persona “consiste en la definitiva pérdida de su unidad constitutiva de cuerpo y alma”, Juan Pablo II señala luego que, desde el punto de vista clínico, la “única manera correcta – y también la única posible – de afrontar el problema de determinar la muerte de un ser humano es la de dirigir la atención y la investigación hacia el enfoque de adecuados ‘signos de muerte’, conocidos por medio de su manifestación corporal en cada individuo”.

Juan Pablo II finaliza su Mensaje asegurando que “a partir de los datos brindados por la ciencia, las consideraciones antropológicas y la reflexión ética tienen el deber de intervenir con un análisis igualmente riguroso, escuchando atentamente el magisterio de la Iglesia”. A los que participan en estos debates, el Papa les recuerda asimismo que su trabajo será útil para los dicasterios competentes de la Sede Apostólica. En particular para la Congregación de la Doctrina de la Fe que luego ofrecerá las aclaraciones solicitadas en favor del bien de la comunidad, de los pacientes y de los especialistas llamados a dedicar su profesionalidad al servicio de la vida.

El Canciller de la Academia Pontificia de las Ciencias, el obispo Marcelo Sánchez Sorondo, nos presenta, precisamente este encuentro organizado por su dicasterio: RealAudioMP3







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