2005-01-27 16:04:37

Los oscuros sucesos del campo de exterminio de Auschwitz deben ser un llamamiento a la responsabilidad en la construcción de la historia


Jueves, 27 ene (RV).- La celebración del 60 aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, recuerda el drama de las víctimas, pero su significado más profundo no pretende reabrir dolorosas heridas, ni despertar sentimientos de odio o proponer venganza, sino rendir homenaje a esas personas, para resaltar la verdad histórica y sobre todo para que todos se den cuenta de que aquellos oscuros sucesos deben ser para los hombres de nuestro tiempo un llamamiento a la responsabilidad en la construcción de nuestra historia. ¡Que nunca, en ningún ángulo de la tierra se repita lo que han padecido los hombres y mujeres que lloramos desde hace 60 años!

Ésta es la exhortación de Juan Pablo II en un mensaje con motivo del 60 aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz y que ha sido leído hoy por el Nuncio apostólico en Polonia. El Santo Padre ha querido recordar un drama que fue fruto del odio programado y en el que varios millones de personas inocentes soportaron sufrimientos inhumanos y fueron aniquiladas en las cámaras de gas y en los hornos crematorios.

El Pontífice ha querido evocar en este mensaje la visita que realizó al campo de exterminio nazi en el año 1979, y las lápidas con inscripciones en numerosas lenguas, ante las que se detuvo a rezar. “Unas lápidas ante las que nadie puede pasar con indiferencia”, escribe el Papa, para denunciar que “ese intento de destruir de forma programada a todo un pueblo se extiende como una sombra sobre Europa y el mundo entero; un crimen que ha manchado para siempre la historia de la humanidad”.

Juan Pablo II alienta en su mensaje a tomar tal horror como una advertencia futura, “para que no se ceda nunca frente a ideologías que justifiquen la posibilidad de pisotear la dignidad humana con la disculpa de la raza, el color de la piel, la lengua o la religión”. Y en este contexto el Papa ha dirigido un llamamiento particularmente hacia quienes en nombre de Dios recurren al terrorismo.

La experiencia de Auschwitz constituyó también una ulterior etapa en las luchas seculares de Polonia. “Fue -escribe el Papa- un grito más por su derecho a ocupar un lugar en el mapa de Europa... una invocación a la justicia histórica para esta nación que había afrontado tantos sacrificios en la liberación del continente europeo de la nefasta ideología nazi y que fue vendida como esclava a otra ideología destructiva: el comunismo soviético.

Hoy el Papa retoma estas palabras que pronunció en el campo de extermino en el 79, para dar gracias a Dios porque a través del esfuerzo perseverante de sus compatriotas, Polonia ha encontrado su justo puesto en Europa.

Juan Pablo II finaliza su mensaje hablando de las víctimas de Auschwitz y recordando que “en medio de aquella indescriptible acumulación de mal, hubieron también manifestaciones heroicas de adhesión al bien... y gracias a ellas se hizo palpable una verdad que a menudo encontramos en la Biblia: aunque es cierto que el hombre es capaz de hacer el mal, a veces un mal enorme, éste no tendrá la última palabra”.







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