2005-01-21 16:46:28

La Iglesia está llamada a difundir el Evangelio de la esperanza cristiana en el mundo del sufrimiento: Juan Pablo II, en su discurso a la Plenaria del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud


Viernes, 21 ene (RV).- La Iglesia está llamada a difundir el Evangelio de la esperanza cristiana en el mundo del sufrimiento, donde a menudo el mundo moderno sugiere soluciones de muerte. Así lo dijo el Santo Padre esta mañana, en su discurso a los participantes en la Plenaria del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, que coincide con el vigésimo aniversario de fundación del Dicasterio.

Tras señalar que “esta es una ocasión muy propicia para agradecer al Señor por el bien obrado en estos veinte años del Consejo Pontificio al servicio de la difusión del Evangelio de la esperanza cristiana en el vasto mundo de quienes sufren y de quienes están llamados a cuidar de ellos”, el Papa indicó que “en su acción pastoral, la Iglesia está llamada a afrontar las cuestiones más delicadas e ineludibles que surgen en el espíritu humano frente al sufrimiento, la enfermedad y la muerte”, y recordó que “es de la fe en Cristo, muerto y resucitado, que dichos interrogantes pueden obtener el consuelo de la esperanza que no defrauda”.

En este sentido, Juan Pablo II agregó que en “el mundo actual, que a menudo sugiere soluciones de muerte”, es urgente “promover una nueva evangelización y un fuerte testimonio de fe en estas amplias zonas secularizadas”, y agregó que “el Consejo Pontificio hace bien al centrar sus reflexiones y sus programas en la santificación del momento de la enfermedad y en el papel especial que tiene el enfermo en la Iglesia y en la familia, en virtud de la presencia viva de Cristo en cada persona que sufre”.

Y tras precisar que los responsables de la Iglesia deben brindar “una atención estimulante y laboriosa en las estructuras donde a veces el enfermo sufre formas de marginación y de carencia de sostenimiento social”, el Santo Padre agregó que “dicha atención debe extenderse a las áreas del mundo donde, a pesar de los progresos de la medicina, los enfermos más necesitados carecen de medicinas y de asistencia adecuada”. Y, en este sentido, indicó que la Iglesia “debe reservar una atención especial a las zonas del mundo donde los enfermos de SIDA carecen de asistencia”.







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