Tras una semana de oración y recogimiento los obispos españoles iniciarán su visita
ad limina Apostolorum
Domingo, 9 ene (RV ).- Ha dado hoy comienzo en Pozuelo de Alarcón, Madrid, la tanda
de ejercicios espirituales para Obispos que organiza cada año la Conferencia Episcopal
Española (CEE). Bajo la dirección del jesuita P. Luis F. Ladaria, participan el Nuncio
Apostólico en España, Mons. Manuel Monteiro de Castro, 36 prelados españoles y el
Secretario General de la CEE, P. Juan Antonio Martínez Camino.
Tras esta semana de oración y recogimiento los obispos españoles iniciarán la visita
ad limina Apostolorum. Diversos prelados de España han dirigido cartas pastorales
a sus fieles en las que explican el sentido de esta visita. Es el caso del obispo
de León, Mons. Julián López Martín. En el escrito dirigido a sus fieles indica que
viene a Roma para venerar los sepulcros de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, fundadores
y columnas de la Iglesia, y para encontrarse con Su Santidad el Papa Juan Pablo II.
La visita comprende también reuniones en los Dicasterios de la Curia Romana.
«La visita ad limina, afirma más adelante Mons. López Martín, no es un mero acto administrativo
o protocolario. El obispo diocesano no es un delegado territorial del Papa, sino un
verdadero pastor puesto al frente de una porción del pueblo de Dios, la Iglesia particular
o diócesis, en la que se hace presente la Iglesia de Cristo una, santa, católica y
apostólica (cf. CD 11)».
Para el obispo de León «la comunión con el Papa, cabeza del Colegio Episcopal y vínculo
de unión con la Iglesia Universal, es precisamente lo que caracteriza la visita ad
limina. Los obispos, en cuanto sucesores de los Apóstoles, debemos acercarnos a la
casa de Pedro, para encontrarnos con su Sucesor».
Mons. López Martín afirma que «la visita ad limina se viene haciendo desde la más
remota antigüedad. A principios del siglo II San Policarpo, discípulo de San Juan
Evangelista, estuvo en Roma para resolver con el Papa Aniceto la cuestión de la fiesta
de la Pascua. En mayo del 567, San Gregorio Magno recordaba la costumbre de los obispos
de visitar cada tres años la Sede Apostólica. Este mismo Papa estableció ya la visita
quinquenal. El Concilio de Trento y el Papa Sixto V regularon la normativa referente
a la visita ad limina.
En los últimos tiempos, el Papa Pablo VI introdujo la costumbre de recibir a los obispos,
no sólo de uno en uno, sino por grupos, entregándoles un mensaje para ellos y para
sus Iglesias, cumpliendo así el mandato del Señor de “confirmar a sus hermanos en
la fe” (Lc 22,32). Por su parte, Juan Pablo II ha dado un impulso nuevo a la visita».