Ángelus: “Incluso en las pruebas más difíciles y dolorosas – como las calamidades
en el Sudeste Asiático - Dios no nos abandona jamás”
Domingo, 2 enero (RV) Juan Pablo II, a mediodía, se ha reunido con los fieles congregados
en la Plaza de san Pedro para venerar a la Madre de Dios, cuya Solemnidad celebramos
ayer.
En este primer domingo del nuevo año, ha manifestado el Santo Padre, resuena de nuevo
la liturgia el Evangelio del día de Navidad: “La Palabra se hizo carne y acampó entre
nosotros” (Gv 1,14). La Palabra de Dios es la Sabiduría eterna, que interviene en
el cosmos y en la historia; Sabiduría que en el misterio de la Encarnación se ha revelado
plenamente, para instaurar un reino de vida, de amor y de paz.
“La fe nos enseña, que incluso en las pruebas más difíciles y dolorosas, – como las
calamidades que han golpeado en los días pasados el Sudeste Asiático -, Dios no nos
abandona jamás: en el misterio de Navidad ha venido a compartir nuestra existencia
y nuestra suerte”.
El niño de Belén es aquel que, en la vigilia de su muerte redentora, nos dejará el
mandamiento de amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado (cfr Gv 13,34). Y
en la realización concreta de este “su” mandamiento es donde Él hace sentir su presencia,
ha afirmado el Pontífice.
Este mensaje evangélico da fundamento a la esperanza de un mundo mejor con la condición
de que caminemos en “su” amor. Que al inicio del nuevo año, nos ayude la Madre del
Señor a hacer nuestro este programa de vida.
Tras el rezo del Ángelus y del responso por los fieles difuntos, el Santo Padre, ha
saludado a los participantes en el cortejo que representa a los Reyes Magos: Uno dirigido
a Giulianello di Cori, donde rendirá homenaje al venerado niño, otro a la asociación
“Liberamente” de Notaresco.
Asimismo el Papa ha saludado, a los chavales de la parroquia de Talamona en Valtellina,
y a todos ha renovado los deseos de paz y bien para el año recién comenzado.