El Año de la Eucaristía acompañó al Pontífice anoche de forma especial durante la
celebración de la Misa del Gallo en la Basílica Vaticana. El Papa en su homilía manifestaba
como “En esta Noche resuenan en mi corazón las primeras palabras del célebre himno
eucarístico, que me acompaña día a día en este año dedicado particularmente a la Eucaristía”.
Juan Pablo II pidió a Jesús en esta Noche Santa, que se acordara de esta humanidad,
marcada por tantas pruebas y dificultades, que tanto le necesita: Te adoramos, Señor,
presente realmente en el Sacramento del altar, Pan vivo que das vida al hombre. Te
reconocemos como
nuestro único Dios
, frágil Niño que estás indefenso en el pesebre. “En la plenitud de los tiempos, te
hiciste hombre entre los hombres para unir el fin con el principio, es decir, al hombre
con Dios” (cf. S. Ireneo, Adv. haer., IV,20,4). Naciste en esta Noche, divino Redentor
nuestro, y, por nosotros, peregrino por los
senderos del tiempo
, te hiciste alimento
de vida eterna
.
Junto al Santo Padre concelebraron la misa treinta cardenales presentes en Roma. Las
intenciones de la oración universal de los fieles se leyeron en francés, suahili,
alemán, filipino, polaco y portugués. Se pidió en francés por las Iglesias de Oriente
y Occidente, para que puedan comunicar la luz que han recibido libremente; se pidió
en suahili por los gobernantes de las naciones y de las organizaciones internacionales
para que nunca se dieran por vencidos para alcanzar la paz y para vencer al mal con
el bien.
La oración de los fieles en alemán se dirigió a Tierra Santa, para que pueda conocer
tiempos de prosperidad y de convivencia pacífica, en el respeto recíproco de sus habitantes,
y para que sea un lugar seguro y hospitalario para los peregrinos y los buscadores
de la verdad. En filipino se pidió por que se respete cualquier forma de vida, por
los niños de la calle, los enfermos y los últimos de la sociedad.
Homilía
del Santo Padre
JUAN
PABLO II
Misa
de medianoche
(Navidad,
25 diciembre de 2004)
1. “Adoro
Te devote, latens Deitas”.
En esta Noche resuenan en mi corazón las primeras palabras del célebre himno eucarístico,
que me acompaña día a día en este año dedicado particularmente a la Eucaristía.
En el
Hijo de la Virgen
, “envuelto en pañales” y “acostado en un pesebre” (cf. Lc 2,12), reconocemos y adoramos
“
el pan bajado del cielo
” (Jn 6,41.51), el Redentor venido a la tierra para dar la vida al mundo.
2. ¡Belén! La ciudad donde según las Escrituras nació Jesús, en lengua hebrea, significa
“
casa del pan
”. Allí, pues, debía nacer el Mesías, que más tarde diría de sí mismo: “Yo soy el
pan de vida” (Jn 6,35.48).
En Belén nació Aquél que, bajo el signo del pan partido, dejaría el memorial de la
Pascua. Por esto, la adoración del Niño Jesús, en esta Noche Santa, se convierte en
adoración eucarística
.
3. Te adoramos, Señor, presente realmente en el Sacramento del altar, Pan vivo que
das vida al hombre. Te reconocemos como
nuestro único Dios
, frágil Niño que estás indefenso en el pesebre. “En la plenitud de los tiempos, te
hiciste hombre entre los hombres para unir el fin con el principio, es decir, al hombre
con Dios” (cf. S. Ireneo, Adv. haer., IV,20,4).
Naciste en esta Noche, divino Redentor nuestro, y, por nosotros, peregrino por los
senderos del tiempo
, te hiciste alimento
de vida eterna
.
¡Acuérdate de nosotros, Hijo eterno de Dios, que te encarnaste en el seno de la Virgen
María! Te necesita la humanidad entera, marcada por tantas pruebas y dificultades.
¡Quédate con nosotros, Pan vivo bajado del Cielo para nuestra salvación! ¡Quédate
con nosotros para siempre! Amén.