Satisfacer las necesidades básicas de los más desheredados y defender la vida humana
y la institución familiar. La exhortación del Santo Padre en su discurso al nuevo
Embajador del Perú ante la Santa Sede
Martes, 7 dic (RV).- Satisfacer las necesidades básicas de los más desheredados y
defender la vida humana y la institución familiar. Esta fue la exhortación del Santo
Padre en su discurso al nuevo Embajador del Perú ante la Santa Sede, Pablo Moran Val,
a quien recibió en Audiencia este martes, con ocasión de la presentación de sus Cartas
Credenciales.
Tras invocar sobre el pueblo del Perú “toda clase de bienes”, el Papa subrayó que
la presencia del diplomático peruano “pone de manifiesto las tradicionales relaciones
con la Santa Sede, instauradas por el Perú desde 1877” y, en este sentido, expresó
su deseo de que, “animados por el espíritu de leal colaboración en favor de la sociedad,
se continúe siempre en un clima de amistad y respeto, tratándose de una Nación cuya
Constitución comienza invocando a Dios Todopoderoso y reconoce el estrecho vínculo
de colaboración del Estado con la Iglesia”.
Al respecto, Juan Pablo II puso de relieve que “la vida religiosa en Perú, animada
por la acción de los Obispos y los sacerdotes, sus colaboradores, concretada en las
diversas comunidades y movimientos, en los centros de culto, asistenciales, educativos
y de promoción humana y social, es un signo muy claro de cómo la vitalidad de la fe
puede seguir sosteniendo los esfuerzos denodados de un noble pueblo que se afana en
el progreso sin dejar de lado las raíces auténticas de su identidad cristiana”.
A continuación, el Santo Padre dijo que la realidad que vive el Perú, al igual que
gran parte del Continente iberoamericano, “presenta graves retos que es preciso afrontar
con magnanimidad y recto criterio” y, al respecto, recordó que “hace pocos meses los
Obispos del Perú reiteraban su urgente llamado a la paz, a la concordia y al entendimiento;
un llamado a la esperanza, a construir el Perú, buscar el orden social, a defender
el estado de derecho y la constitucionalidad”.
Al respecto, el Papa indicó que “si bien es importante defender los valores cívicos,
no se debe olvidar que éstos son más respetados cuando se basan en los valores éticos
y morales de la honestidad, la solidaridad efectiva, de modo que se puedan corregir
las injustas desigualdades sociales y los individualismos personales y sociales que
dificultan la realización plena del bien común”. Y por ello –indicó el Pontífice-
“la satisfacción de las necesidades básicas de los más desheredados y excluidos debe
considerarse una prioridad fundamental, ya que las aceleradas transformaciones de
la economía internacional han colocado a muchos de ellos en una situación casi desesperada”.
En este sentido, Juan Pablo II recordó “a la numerosa comunidad peruana que ha emigrando
a otros países”, debido, “en la mayor parte de los casos, al deseo de encontrar mejores
condiciones de vida”. Y, al respecto, dijo que “la Iglesia no se limita a recordar
el principio ético fundamental de que los emigrantes han de ser tratados siempre con
el respeto a la dignidad de toda persona humana, sino que pone en movimiento todos
sus recursos para atenderles de la mejor manera posible”, como lo demuestra el hecho
de que “con frecuencia, los templos y otras instituciones católicas son para ellos
el principal punto de referencia para reunirse, celebrar sus fiestas, manteniendo
viva su identidad patria, y donde pueden encontrar un válido apoyo, cuando no el único,
para defender sus derechos o resolver situaciones apuradas”.
En su discurso, el Santo Padre también recordó que “el Perú se encuentra comprometido
en un proceso para fortalecer las instituciones nacionales, e igualmente en los proyectos
de integración regional” y, en este sentido, expresó su deseo de que “no queden fuera
de las medidas del Gobierno la defensa de la vida humana y la institución familiar,
hoy tan amenazada en tantas partes por un concepto equivocado de modernidad o de libertad,
pues la familia, configurada según el orden natural establecido por el Creador, es
la base insustituible del desarrollo armónico de una nación”.