Audiencia General: la violación de los derechos de los pobres es un acto contra Dios
Miércoles, 1 dic (RV).- Si se violan los derechos de los pobres, se realiza un acto
politicamente incorrecto y moralmente injusto y, además, para la Biblia, se perpetra
también un acto contra Dios, un delito religioso. Así lo ha manifestado el Papa en
la Audiencia General de hoy, donde ha reflexionando sobre el Salmo 71, “Poder Real
del Mesías”. Juan Pablo II ha recordado que la justicia y la paz son los signos de
la entrada del Mesías en nuestra historia.
Este miércoles, el Santo Padre Juan
Pablo II, en su catequesis de la Audiencia General ha reflexionado, sobre el salmo
71, “Poder Real del Mesías”. La Liturgia de las Vísperas, de las que estamos progresivamente
comentando los textos de los salmos y cánticos, ha explicado el Papa, propone en dos
etapas uno de los salmos más queridos por la tradición judía y cristiana, el Salmo
71, un canto real que los Padres de la Iglesia han meditado y interpretado en clave
mesiánica.
Ahora, ha proseguido diciendo el Papa, hemos escuchado el primer
gran movimiento de esta solemne oración. Se nota la particular insistencia con la
que el Salmista pone el acento sobre el compromiso moral de regir al pueblo según
la justicia y el derecho. Como el Señor rige el mundo según la justicia, así el rey
que es su representante visible en la tierra – según la antigua concepción bíblica
– debe conformarse a la acción de su Dios.
Si se violan los derechos de los
pobres, ha subrayado Juan Pablo II, se realiza un acto politicamente incorrecto y
moralmente injusto y, además para la Biblia, se perpetra también un acto contra Dios,
un delito religioso, porque el Señor es el tutor y el defensor de los miserables y
de los oprimidos, de las viudas y de los huérfanos, es decir de aquellos que no tienen
protectores humanos. Por lo tanto, es fácil intuir cómo la figura, que tantas veces
desilusiona, del rey generoso, la tradición, lo haya sustituido – a partir de la caída
de la monarquía de Judá – por la fisonomía luminosa y gloriosa del Mesías, en la línea
de la esperanza profética expresada por Isaías.
Después de la apasionada imploración
del don de la justicia, expresada por Isaías, el Salmo prolonga el horizonte y contempla
el reino mesiánico-real en su despliegue a lo largo de las dos coordenadas, la del
tiempo y la del espacio. Un reino fecundo y sereno, por lo tanto, ha confirmado el
Pontífice, pero siempre colocado como insignia de los valores que son capitales: la
justicia y la paz. Estos son los signos de la entrada del Mesías en nuestra historia.
En esta perspectiva se ilumina el comentario de los Padres de la Iglesia, que ven
en el rey-Mesías el rostro e Cristo, rey eterno y universal.
Así san Cirilo
de Alejandría, ha recordado el Papa, en suExplanatio in Psalmosobserva que
el juicio, que Dios da al rey, es aquel del que habla san Pablo. Por otro lado, el
salmista delinea también el ámbito espacial dentro del cual se coloca la realeza de
justicia y de paz del rey-Mesías. Aquí entra en escena una dimensión universal que
va del Mar Rojo o del Mar Muerto hasta el Mediterráneo, del Éufrates, el gran “río”
oriental, hasta los confines de la tierra, evocados también de Tarsis y de las islas,
los territorios más remotos según la antigua geografía bíblica. Es una mirada que
se extiende sobre todo el mapa del mundo entonces conocido.
Este ha sido el
resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en español para los peregrinos
que han participado en la audiencia, leído por Mons. Vicente Juan Segura, de la Secretaría
de Estado:
Hemos escuchado hoy uno de los llamados salmos reales, en el cual
se destaca el compromiso moral del soberano, llamado a gobernar según el derecho y
la equidad. Del mismo modo como el Señor rige el mundo con verdad y justicia, (cf.
Sal. 35,7), así el rey, que según la antigua concepción bíblica es su representante
visible sobre la tierra, debe inspirarse en la acción de Dios. Es fácil intuir como
la tradición haya visto en este Salmo una profecía acerca de la venida de Cristo,
el Mesías prometido, indicando en estas palabras las características de su Reino eterno
y universal.
Este ha sido el saludo del Santo Padre en español, para los
peregrinos de nuestra lengua presentes en el aula Pablo VI:
Saludo con afecto
a los peregrinos y familias de lengua española. En especial a los sacerdotes del Colegio
Venezolano de Roma, así como a los fieles de España, México y demás países latinoamericanos.
Deseo a todos un buen tiempo de Adviento, preparándose a recibir Jesucristo con las
obras. Muchas gracias por vuestra atención.
Como siempre al final de la audiencia,
el Papa se ha dirigido a los jóvenes a los enfermos y a los recién casados. Esta vez
les ha invitado a mirar a Jesús, el Hijo de Dios que en este tiempo de Adviento, esperamos
como Salvador. Que sea él el que os sostenga, les ha dicho, en cada momento de vuestra
vida.