2004-11-29 17:28:23

Tomar de Cristo la energía espiritual para ser incansables obreros de su Evangelio, testimoniando su ternura a quienes viven en condiciones de dificultad y abandono. La exhortación del Santo Padre en su discurso a los miembros de la Asociación “Comunidad Papa Juan XXIII”.


Lunes, 29 nov (RV)- Tomar de Cristo la energía espiritual para ser incansables obreros de su Evangelio, testimoniando su ternura a quienes viven en condiciones de dificultad y abandono. Esta fue la exhortación del Santo Padre en su discurso a los miembros de la Asociación “Comunidad Papa Juan XXIII”, a quienes recibió esta mañana en el Aula Pablo VI del Vaticano.

Tras subrayar que la Asociación Comunidad Papa Juan XXIII, presente en Italia y en otros 20 países del mundo, celebra en estos días su trigésimo aniversario de fundación, el Pontífice recordó que desde sus orígenes, “es decir desde cuando el padre Oreste Benzi abrió la primera casa-familia, la Comunidad se ha distinguido por un peculiar servicio a los últimos y por un estilo de auténtico compartir, tendiente a regenerar en el amor a aquellos que, por diferentes motivos, no tienen una familia”.

En este sentido, Juan Pablo II puso de relieve que la Asociación “ha sido constantemente animada por sus Pastores y continúa manteniendo relaciones de cordial sintonía con las diócesis y las parroquias en las que trabaja” y que sus actividades “buscan, además, integrarse en el territorio y se abren a la colaboración con las estructuras sociales públicas y privadas, sin perder su típica inspiración cristiana que siempre las orienta y las anima”.

A continuación, el Santo Padre les dijo que “son bien conscientes de que la acción caritativa hacia los hermanos asume pleno valor cuando se funda en la primacía del amor de Dios”, pues “para dar auténtico amor a los hermanos es necesario tomarlo de Dios”, y, en este sentido, subrayó que “por ello, los miembros de la Asociación dedican prolongadas pausas a la oración, a la escucha de la Palabra de Dios, y basan toda su existencia en Cristo”.

Al final de su discurso, el Papa los exhortó a continuar cuidando su formación espiritual y a frecuentar asiduamente los Sacramentos, en particular haciendo “de la Eucaristía el corazón de las casas-familia y de todas las demás actividades sociales y educativas”. Y los invitó a que “en este año dedicado al Sacramento del altar, reaviven el fervor contemplativo y el amor por el divino Redentor, que en la Eucaristía se convierte para nosotros en alimento de vida inmortal”.

“Tomen de Él la energía espiritual para ser incansables obreros de su Evangelio, testimoniando su ternura a quienes viven en condiciones de dificultad y abandono”, concluyó Juan Pablo II, quien encomendó a los miembros de la Asociación Comunidad Papa Juan XXIII a la intercesión de la Virgen, “para que siempre los haga sembradores de esperanza, de amor y de paz”.








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