No hay enfermedades que justifiquen la supresión de la existencia
“No hay vidas indignas de ser vividas; ni enfermedades que puedan justificar la supresión
de la existencia. La única respuesta verdaderamente humana frente al sufrimiento es
el amor”. Juan Pablo II, en un mensaje que envió a la Asociación de Médicos Católicos
Italianos en ocasión de su XXIII Congreso Nacional, defiende una vez más la inviolable
dignidad humana y la vida de las personas desde su concepción hasta su fin natural.
El Santo Padre reafirma los principios éticos que sobre la vida humana y la salud
tienen sus raíces en el mismo juramento de Hipócrates y señala que “no hay vidas indignas
de ser vividas; ni sufrimientos por cuanto penosos, que puedan justificar la supresión
de la existencia; y tampoco hay razones que hagan plausible la “creación” de seres
humanos destinados a ser utilizados y destruidos.
“En nuestra sociedad -afirma
Juan Pablo II- prevalece a menudo una mentalidad arrogante, que pretende discriminar
entre una vida y otra, olvidando que la única respuesta verdaderamente humana frente
al sufrimiento es el amor”. “Desgraciadamente, como en tantas otras actividades humanas,
también en la medicina el progreso científico, si por una parte representa un instrumento
formidable para mejorar las condiciones de vida y bienestar, por otra puede convertirse
en un atropello o vejación.
El Papa señala que ningún tipo de investigación
puede ignorar la intangibilidad que tiene todo ser humano: violar esta barrera significa
abrir las puertas a una nueva forma de barbarie. Y el Pontífice recuerda a los médicos
que “la visión cristiana del servicio al prójimo que está enfermo sólo puede ayudar
a completar el ejercicio correcto de una profesión de fundamental relevancia social
como es la medicina. Y en este sentido indica que también “la investigación biomédica
espera ser vivificada por la inspiración cristiana para contribuir mejor al verdadero
bienestar de la humanidad”.