2017-01-23 17:57:00

Colombia: Es necesario insistir en el liderazgo espiritual que ofrece la Iglesia Católica. P. de Roux SJ


(RV).- El padre Francisco De Roux, sacerdote jesuita colombiano, trabaja por la paz de su país, en articulación con el Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP). Es además, una de las voces más escuchadas en relación al conflicto entre el Gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, y a él nos dirigimos para preguntarle acerca de la situación actual del proceso de paz que se encuentra en vía de implementación, tras la firma del acuerdo nuevo signado el pasado 24 de noviembre. Un proceso de paz que sin duda se estaba reclamando con urgencia, después de cincuenta años de enfrentamientos militarizados, y a cuya implementación se llega también con el apoyo de la comunidad internacional. Así explica el p. De Roux la situación actual: 

“El acuerdo es nuevo porque fue reformado después del plesbicito que votó contra el primer acuerdo. Fue necesario reformar el acuerdo anterior y ahora con un nuevo acuerdo se está comenzando a hacer la implementación definitiva, que permite la terminación total del conflicto. Colombia está en un cese al fuego bilateral, no hay confrontaciones militares, las que eran muy duras entre las FARC y el gobierno colombiano, no hay asesinatos políticos o secuestros, y se han detenido las masacres y secuestros, que era lo que este grupo armado hacía. Se está instaurando la implementación de los acuerdos”.

El proceso en acto

“En primer lugar, se están transformando los acuerdos en leyes y normas para Colombia, a través de un mecanismo de fast track en el Congreso colombiano: en este momento las guerrillas de las FARC están llegando a las zonas federales en donde permanecerán por 180 días para entregar todas las armas que tienen a las Naciones Unidas. Esas armas serán recibidas en containers y convertidas en monumentos en distintos lugares”.  “A partir de ese momento entra en movimiento la justicia transicional y restaurativa con la cual los mismos protagonistas de la guerra se convierten en actores responsables de restaurar las comunidades que dañaron, y de restaurarse a sí mismos, una vez que pasen por los tribunales que dictan sentencias contra ellos, según sus responsabilidades”. “Una particular importancia a la verdad,  será dada por parte de los tribunales”. “Si una persona falla en decir la verdad, corre el riesgo de pasar a la justicia penal directa, donde tendrá que pagar 20 años sin posibilidad de disminución o atenuante a esa pena”.

El escenario político

“El contexto es no fácil, se da en medio de un gran debate político y una polarización política muy seria”. Esto porque “el país ha entrado en campaña presidencial, y el ex presidente Uribe, jefe de la oposición, siempre se ha opuesto al proceso”. “No obstante este proceso ha tenido reconocimiento internacional por parte del Papa Francisco, de las Naciones Unidas, de la Unión Europea,  de los Estados Unidos de la China, del Japón, porque todos ven que para Colombia es una gran prioridad terminar esta guerra”.

El papel de la Iglesia

“Es necesario insistir en el liderazgo espiritual que ofrece la Iglesia Católica, las otras iglesias y confesiones espirituales. En esto ha habido un vacío parcialmente llenado por algunos obispos y por el Papa, pero que tiene que ser más fuerte en Colombia, porque de no ser así, el vacío es inmediatamente ocupado por el debate político”, y “los que estamos metidos en esto sabemos que la paz es un valor moral, un objetivo espiritual, un objetivo de reconciliación y de perdón, de grandeza humana”, y que “este país, Colombia, es como el mundo: lo tenemos que construir entre todos, y para construirlo entre todos, todos y todas tenemos que cambiar”. “Los que estamos trabajando en esto esperamos que Colombia pueda avanzar más allá de la política a la construcción de la fraternidad y verdadera democracia entre todos los colombianos”.

El Gobierno, el ELN y la participación del Episcopado de Ecuador 

Acerca del proceso de paz entre la otra guerrilla más pequeña, del Ejército de Liberación Nacional y el gobierno, el p. de Roux expresa: “Todos estábamos esperando que se pudiera empezar la mesa pública para que la sociedad civil pueda participar en las conversaciones. Esto está en marcha y tenemos confianza en que se podrá ir adelante con todo rigor”. “En eso el Episcopado del Ecuador se une al de Colombia que ha creado una Comisión de Obispos para mediar, que está en la misma dirección y que será clave en la liberación de un político colombiano, Odín Sánchez, el día 2 de febrero. Esto es parte de lo acordado en el día de ayer (19 de enero ndr.) como condición para poder empezar la mesa”. 

Sobre Venezuela

“La situación es caótica. Todos los días los venezolanos entran a Colombia por una frontera que tiene más de dos mil kilómetros de largo. Se desplazan hacia otros países de América Latina, en particular hacia Brasil, buscando alimentos y soluciones a problemas de salud. La inflación de Venezuela superó el 1.600 por ciento el año pasado, y la organización misma del país es muy difícil, dado que todos los días los contratos tienen cambiarse en forma imprevista, para garantizar que a la gente se le pague lo que la destrucción del valor del dinero reclama, y pueda conseguir el mínimo de sobrevivencia. Por lo demás, el debate interno político continúa, sin que uno vea perspectivas de acuerdo nacional, a pesar del enorme esfuerzo del Vaticano para conseguir que oposición y gobierno alcancen colectivamente una salida que satisfaga todas las partes”.

¿Cómo se presume, se espera, se desea que influya el acuerdo de paz en la vida de estos países?

“La influencia del acuerdo de paz colombiano, sobre Colombia, y sobre los países hermanos, es muy importante. Siempre hemos soñado con poder tener un país adonde puedan venir extranjeros de todas partes, y tengan la tranquilidad de que no van a ser secuestrados ni extorsionados. Y la guerra no nos permitía eso. Siempre hemos querido tener un país a donde pueda llegar la inversión internacional tranquila, con la garantía de que sus miembros no van a ser ni robados, ni las empresas voladas por una bomba, ni sus miembros extorsionados o secuestrados. Hemos siempre querido tener un país sin coca, y el desarrollo de la coca está muy ligado a la guerra en Colombia como forma de financiación. El hecho de ser los primeros productores de coca nos ha afectado inmensamente, y uno de los acuerdos con las Farc, es que la Farc misma se convierte en un aliado del gobierno para entrar de lleno en la terminación de los cultivos de coca y al desmantelamiento de los carteles del narcotráfico. Por otra parte, en proporción a la población, Colombia es el país más militarizado de América Latina, y posiblemente uno de los más militarizados en el mundo. Eso perturba nuestras relaciones con los demás democracias en el mundo, aunque es un país gobernado por civiles. Eso de ninguna manera nos es conveniente en el escenario internacional. Una Colombia en paz, sin una guerra de 50 años, nos permitirá entrelazarnos de una manera más tranquila y honda con las naciones”.

“Es un país con un ochenta por ciento de la población católica, con una jerarquía católica muy significativa, un episcopado muy serio, bello, y una pastoral social muy honda. Y Colombia quiere realmente jugar más allá del conflicto armado que nos ha hecho tanto daño, un papel de mayor compromiso, en la construcción de una comunidad internacional”.

(Griselda Mutual – Radio Vaticano)








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