2017-01-20 18:36:00

“A nadie valoramos con criterios humanos”, tema del día para la Oración por la Unidad de los Cristianos


(RV).- “Reconciliación. El amor de Cristo nos apremia”, este es el tema, tomado de la segunda Carta de San Pablo a los Corintios, para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2017, que este año coincide con el 5oo° Aniversario de la Reforma Luterana.

El texto bíblico elegido para este año, subraya que la reconciliación es un don de Dios destinado a toda la creación: «Porque sin tomar en cuenta los pecados de la humanidad, Dios hizo la paz con el mundo (kosmos) por medio de Cristo y a nosotros nos ha confiado ese mensaje de paz» (v.19). Como consecuencia de la acción de Dios, la persona que ha sido reconciliada en Cristo está llamada a su vez a proclamar esta reconciliación con palabras y obras: «El amor de Cristo nos apremia» (v.14). «Somos, pues, embajadores de Cristo y es como si Dios mismo los exhortara sirviéndose de nosotros. En nombre de Cristo les pedimos que hagan las paces con Dios» (v.20). El texto pone de relieve que esta reconciliación no se da sin sacrificio: Jesús entregó su vida, murió por todos. Por ello, los embajadores de la reconciliación están llamados, en su nombre, a dar su vida de forma parecida. Ya no viven para sí mismos; sino, viven para Aquel que por ellos murió.

En este sentido, la celebración anual, que tradicionalmente se realiza del 18 al 25 de enero, entre las festividades de la confesión de San Pedro y la conversión de San Pablo, busca promover la oración de Jesús por la unidad de todos sus discípulos y sostener el conocimiento y la amistad entre los miembros de las diversas Iglesias y confesiones cristianas. Con ello, también se invita a  los cristianos a evocar la oración de Jesús para sus discípulos: «para que todos sean uno; [...]; y para que el mundo crea [...]» (Cfr. Jn 17,21).

Para preparar esta celebración, el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, conjuntamente con el Consejo Mundial de las Iglesias (CMI), a través de su Comisión de Fe y Constitución, han publicado un texto que guía las celebraciones de cada día. Ya que, el texto de 2 Co 5,14-20 da forma a las reflexiones de los ocho días, que desarrollan algunas de las enseñanzas teológicas de los diferentes versículos, como sigue:

Día 1: Uno murió por todos

Día 2: Ya no vivan más para sí mismos

Día 3: A nadie valoramos con criterios humanos

Día 4: Lo viejo ha pasado

Día 5: Una nueva realidad está presente

Día 6: Dios nos ha reconciliado con él

Día 7: El ministerio de la reconciliación

Día 8: Reconciliados con Dios

En la celebración ecuménica, el hecho de que Dios ha reconciliado consigo el mundo es motivo para celebrar. Pero esto también, tiene que incluir nuestra confesión de pecado antes de escuchar la proclamación de la Palabra y beber del profundo pozo de la misericordia de Dios. Solo entonces podremos dar testimonio ante el mundo de que la reconciliación es posible.

Para el tercer día de celebración se propone el tema: “A nadie valoramos con criterios humanos” (v. 16). Y la meditación propuesta para este día, parte del encuentro de Pablo con Cristo en el camino a Damasco. “Encontrarse con Cristo cambia todo de arriba a abajo. Y Pablo tuvo esa experiencia en el camino a Damasco. Por primera vez – se lee en el documento – pudo ver a Jesús como quien era realmente: el Salvador del mundo. Su perspectiva cambió radicalmente. Tuvo que poner a un lado su juicio humano y mundano. Encontrarnos con Cristo cambia también nuestra perspectiva. Sin embargo, muchas veces permanecemos en el pasado y juzgamos según criterios humanos”. Pretendemos decir y hacer cosas «en el nombre del Señor», cuando en realidad pueden ser solamente, autorreferenciales.

La Oración propuesta para este día dice: “Dios trino, eres el origen y el fin de todo lo que existe. Perdónanos cuando solo pensamos en nosotros mismos y nos ciegan nuestros propios criterios. Enséñanos a ser amables, acogedores y misericordiosos, para que podamos crecer en la unidad que es un don tuyo. A ti sea el honor y la alabanza por los siglos de los siglos. Amén”.

(Renato Martinez – Radio Vaticano)








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