2017-01-19 12:00:00

"Hoy es tiempo de cambiar", reflexiones bíblicas de Mons. Fernando Chica


(RV).- En el programa «Tu palabra me da Vida» de hoy, Monseñor Fernando Chica Arellano -observador permanente de la Santa Sede ante los organismos de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación en Roma-, reflexiona acerca de un pasaje del Evangelio según San Mateo que el Santo Padre recomienda que leamos y pongamos en práctica: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer (...) Entonces los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer (...)?’ Y el Rey les dirá: En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis" (Mt 25, 34-40).

Junto con las Bienaventuranzas (Mt 5,3-12), este texto que acabamos de escuchar, tomado del capítulo 25 del Evangelio según san Mateo, es uno de los más citados por el papa Francisco. El Santo Padre recomienda insistentemente que lo leamos y, sobre todo, que lo pongamos en práctica. El Sumo Pontífice repite esto una y otra vez ante los niños y los jóvenes, ante laicos y sacerdotes; se lo dice a los misioneros y a quienes son miembros de la vida religiosa. Es un texto al que el Obispo de Roma califica como ‘camino de santidad’.

Me viene ahora a la memoria lo que dijo en la Audiencia General del seis de agosto de 2014: “Además de la nueva Ley -señalaba el Papa-, Jesús nos entrega también el «protocolo» a partir del cual seremos juzgados. Cuando llegue el fin del mundo seremos juzgados. ¿Y cuáles serán las preguntas que nos harán en ese momento? ¿Cuáles serán esas preguntas? ¿Cuál es el protocolo a partir del cual el juez nos juzgará? Es el que encontramos en el capítulo 25 del Evangelio de Mateo […]. No tendremos títulos, créditos o privilegios para presentar. El Señor nos reconocerá si a su vez nosotros lo hemos socorrido en el pobre, en el hambriento, en quien pasa necesidad y está marginado, en quien sufre y está solo... Es éste uno de los criterios fundamentales de verificación de nuestra vida cristiana, a partir del cual Jesús nos invita a medirnos cada día”.

En este pasaje evangélico es muy importante la pregunta que le lanzan al Señor: “¿Cuándo te vimos…?” Esto nos está diciendo que en la vida cristiana un verbo es fundamental. Se trata del verbo ‘Ver’. Aprendamos, por tanto, a mirar, a ver, descubriendo en el otro a un hijo de Dios y a un hermano en Cristo. Amemos a Cristo y que nuestro amor a Él se extienda a los hermanos.

Esta manera de mirar para descubrir a Jesús y servir a los demás la tenemos que poner en práctica comenzando por nuestra propia casa. Porque puede ser que tratemos con gran generosidad a los demás cuando estamos fuera de casa pero tengamos un trato distinto con los de nuestra familia, o con las personas más cercanas. A veces a éstas las tratamos con indiferencia, sin respeto, superficialmente. Si nos portamos así, hoy es tiempo de cambiar.

Busquemos ofrecer el pan de la gratitud y de la delicadeza también a los de casa. Mostremos amor y generosidad no solo a los que encontramos una vez en nuestra vida. También a los más cercanos, compartamos con ellos nuestro tiempo. Eso será la señal de que lo que hacemos con los de fuera es verdadero. Eso será muestra de que hemos entendido que dar de comer al hambriento no es cuestión de limosna, sino de vivir mirándoles y tratándoles a la altura de su dignidad. Ciertamente esto no es fácil. Es preciso pedir a Dios que nos ayude. Necesitamos orar para tener un corazón como el de Jesús. Por eso podemos decir: “Ven, Espíritu Santo. Que tu luz me ayude a mirar con amor y descubrir a Jesús en todos los que me rodean, sobre todo en los que sufren”.

Que al participar en la próxima celebración de la Eucaristía, y en todas ellas, miremos amorosamente a Jesucristo, realmente presente en la Sagrada forma. Si así lo hacemos, Él nos ayudará a mirar con sus ojos a los demás, dirigirá nuestra mirada al pobre para que lo socorramos, y al hacerlo estaremos anticipando el Cielo que Él nos ha preparado.

(Mireia Bonilla para RV) 








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