2016-09-14 12:41:00

Cruz de Cristo: respuesta de amor, misericordia y perdón. Aliento del Papa a peregrinos del mundo


Jesús nunca nos deja solos. Rezar por la paz, confiar en Dios, como la Virgen María

(RV).-  En el día en que la Iglesia Universal celebra la Exaltación de la Santa Cruz de Cristo y en la víspera de la memoria de la Madre de Dios al pie de la Cruz,  el Papa Francisco alentó a los numerosos peregrinos de tantas partes del mundo -  que participaron en la segunda audiencia general de septiembre -  a seguir al Señor y a aprender de Él a ser mansos y humildes de corazón, para poder ser instrumentos de su misericordia para con todos, en particular para los más necesitados.

El Papa afianzó sus exhortaciones en su catequesis central – titulada «Aprendan de mí» - en la que,  con el Evangelio de San Mateo, reflexionó sobre las palabras de Jesús y su «ternura única». Y recordó la Cruz del Señor es la respuesta del amor de Dios al mal de los hombres:

«Hermanos y hermanas, hoy celebramos la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Contemplemos dónde el Hijo de Dios murió por nuestra salvación. Es la respuesta de Dios al mal y al pecado del hombre. Es una respuesta de amor, de misericordia y de perdón. Mostremos la Cruz del Señor al mundo y glorifiquémosla en nuestros corazones, en nuestras familias en nuestras comunidades.

Los invito a pedir al Señor una fe grande, para ver la realidad con la mirada de Jesús y una gran caridad, para acercarnos a las personas con su corazón misericordioso ¡Confíen en Dios, como la Virgen María!»

«En ocasión de la fiesta de la Exaltación de la Cruz, deseo que todos puedan encontrar vida nueva en Jesús», deseó asimismo el Santo Padre, cuyas palabras de aliento a los peregrinos de lengua francesa fueron recibidas con profunda emoción. En especial, cuando saludó a los fieles de Ruán, que habían participado en la Santa Misa que celebró,  en la Casa de Santa Marta en sufragio del sacerdote francés Jacques Hamel, asesinado por no haber renegado de su fe en Jesucristo:

«En las dificultades de la vida, emprendamos con valentía la ruta con Jesús y nunca estaremos solos ¡No dejemos que nos arrebaten la alegría de ser discípulos del Señor!»

Si bien la devoción a la Virgen María, en la advocación de Nuestra Señora de los Dolores, es muy profunda e intensa en tantas partes del mundo, el Papa la recordó en especial en su bienvenida a un numeroso grupo de eslovacos, que la celebran como Patrona:

«Hermanos y hermanas, mañana en Eslovaquia se celebra la fiesta de su Patrona, la Bienaventurada Virgen de los Dolores. Jesús nos la dio como Madre a cada uno de nosotros. Que Ella los acompañe en el camino hacia Él».

El Obispo de Roma dirigió asimismo de corazón su cordial bienvenida a los peregrinos jubilares de Croacia, recordando a sus numerosos mártires, testigos de Cristo y alentando a rezar por la paz en su país y en todo el mundo:

«Procedentes de los lugares en los que tantos mártires dieron testimonio de Cristo, desde los primeros siglos hasta nuestros días, han llegado ante la Tumba del Apóstol San pedro. En este lugar sagrado, contemplen al Señor Crucificado, que abrió sus brazos para abrazar a todo el mundo. Fortalecidos por la Divina Misericordia en esta peregrinación, permanezcan siempre firmes en la fe y recen por la paz y la unidad de su nación y del mundo entero. Les aseguro mi cercanía espiritual les imparto  a ustedes y a sus familiares la Bendición Apostólica. ¡Alabados sean Jesús y María!

Como es tradicional, antes de rezar el Padre Nuestro con los numerosos peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro y de impartir su Bendición, el Papa dirigió sus palabras a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados:

«Hoy celebramos la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Queridos Jóvenes, reanudando sus acostumbradas actividades después de las vacaciones, fortalezcan su diálogo con Dios, difundiendo su luz y su paz. Queridos enfermos, encuentren consolación en la cruz del Señor Jesús, que prosigue su obra de redención en la vida de cada hombre. Y ustedes, queridos recién casados, esfuércense en mantener una relación constante con Cristo Crucificado, para que su amor sea cada vez más verdadero, fecundo y duradero».

(CdM – RV)








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