2016-07-15 20:13:00

Hospitalidad feliz y fecunda del corazón abierto a Dios, comentario al Evangelio del Domingo


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

Las lecturas Bíblicas del domingo (XVI de la liturgia, ciclo C), del libro del Génesis y del Evangelio hablan de la hospitalidad. Una hospitalidad real y concreta, porque se abren las puertas de la casas y hospitalidad profunda, porque se abren sobre todo las puertas del corazón.

Y cuando ese “otro” al que se recibe es nada más ni nada menos que Dios, Jesús, esta hospitalidad resulta feliz y fecunda, porque Dios nos cura del mal y nos llena con la alegría y la fuerza de su Amor todopoderoso.

Abrahan –en el Génesis- se da cuenta, entiende, percibe, es capaz de comprender que esos tres hombres que tiene delante no son hombres, sino ángeles que el mismo Dios le envía y reza: “Señor mío, te ruego que no pases de largo delante de tu servidor”, y se pone a servirlos. Por esta hospitalidad de corazón, Dios hace a Abrahan el regalo del embarazo de Sara, su esposa anciana y estéril.

En el Evangelio la hermana de Lázaro, María, recibe a Jesús en su casa cuando Jesús pasa por el pueblo. Pero María, la otra hermana, se concentra completamente en el huésped. Mientras Marta preparaba la comida y la mesa, María solamente escucha atentamente a Jesús, que parece que más que comida necesita contarles algo, conversar y estar un momento con ellas. Y frente al reclamo de Marta, Jesús pondera la actitud de María que no se ha perdido en el hacer cosas, sino que refuerza la amistad en el encuentro con él.

Abramos la puerta de casa y el corazón a Dios y al hermano.








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