2016-06-13 15:51:00

Salir a buscar la oveja perdida y mostrarle a ella el amor de Dios. Hno. Mariosvaldo Florentino, Superior Capuchino en Paraguay


(RV).- “No importa cuán grande sea el pecado que hayas cometido. El Padre te quiere abrazar y quiere hacer fiesta contigo”. El padre Mariosvaldo Florentino, Superior Franciscano Capuchino en Paraguay y uno de los mil ciento cuarenta y dos misioneros de la misericordia, entrevistado por Alejandro Frías de Radio San Roque González 570 AM de Misiones, Ñeembucú, explica para Radio Vaticano, qué significa ser misionero de la misericordia. 

“Recordar a la Iglesia la gran misericordia de Dios”. En este Año Extraordinario de la Misericordia, “el Papa dio como privilegio, que los misioneros perdonen algunos de los pecados cuya absolución está reservada a la Santa Sede”, explica. Los pecados son cuatro y pueden ser perdonados en todo el mundo por los misioneros. Ellos son: la profanación de la Eucaristía, la violencia física al Santo Padre, el del sacerdote que pecó contra el sexto mandamiento y él mismo absolvió a su cómplice; y el que cometieran los sacerdotes que revelaran el secreto de la confesión.

Una parábola que es ícono de la  Misericordia del Padre. Asimismo, el padre Mario responde acerca del Evangelio de la Misericordia, central en este Año Jubilar: “toda la vida de Jesús fue mostrar la misericordia del Padre”, afirma. Jesús, en el Evangelio de san Lucas, narra tres parábolas, “la de la oveja perdida, la de la moneda perdida, y aquella del hijo pródigo, para plasmar la idea bellísima del padre que acoge al hijo que pecó, que está volviendo a casa, lo abraza, lo besa, y hace fiesta”. Por eso es que “el gran desafío de este año es ser misericordiosos como el padre” y “esto es lo que le cuesta al hijo mayor - señala, y advierte: si yo me rehúso a entrar en la fiesta soy yo el que me estoy excluyendo de la comunión”. Es decir, el hijo mayor “tan bueno, responsable, cumplidor”, “al no querer ser misericordioso como el Padre, va a perder la fiesta”. “El Padre ante la negación del hijo, hasta sale a rogarle, pero no suspende la fiesta”.

La Iglesia no puede dejar de abrazar al hijo pecador. Por eso, el padre Mario Florentino invita a volver a la Iglesia, pero también a decir a los que están dentro, que no deben tener un corazón endurecido sino que deben ser misericordiosos como el Padre. “No importa cuán grande sea el pecado que hayas cometido, el padre te quiere abrazar y quiere hacer fiesta contigo”.

“Que seamos esta iglesia en salida, - concluye– que sale a buscar la oveja perdida, sabiendo que la oveja perdida… ¡está perdida!”. “No puedo pensar a una oveja perdida que esté limpia. No importa en qué condición la encontremos: mostrarle a ella el amor de Dios”.

(Griselda Mutual – Radio Vaticano)








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