2016-05-24 12:41:00

María Auxiliadora: Jornada de oración por la Iglesia en China


Iglesia: testigo de Cristo, en China y en todo el mundo, con el amparo de María

(RV).- Benedicto XVI dirigió su dirigió su “Carta a los Obispos, a los presbíteros, a las personas consagradas y a los fieles laicos de la Iglesia católica en la República Popular China” con su “amor de padre” y su “cercanía”.

Fechada el 27 de mayo, Solemnidad de Pentecostés del año 2007, y publicada el 30 de junio del mismo año, el Papa Joseph Ratzinger sellaba su Carta presentando una Jornada de oración por la Iglesia en China: el día 24 de mayo, fiesta litúrgica de la Santísima Virgen María, Auxilio de los Cristianos.

Y escribió una oración a Nuestra Señora de Sheshan:

Virgen Santísima, Madre del Verbo Encarnado y Madre nuestra,
venerada con el título de ‘Auxilio de los cristianos’ en el Santuario de Sheshan, a la que se dirige con devoción toda la Iglesia en China,
hoy venimos ante ti para implorar tu protección.
Mira al Pueblo de Dios y guíalo con solicitud maternal
por los caminos de la verdad y el amor, para que sea siempre
fermento de convivencia armónica entre todos los ciudadanos.

Con el dócil ‘sí’ pronunciado en Nazaret tú aceptaste que
el Hijo eterno de Dios se encarnara en tu seno virginal
iniciando así en la historia la obra de la Redención,
en la que cooperaste después con solícita dedicación,
dejando que la espada del dolor traspasase tu alma,
hasta la hora suprema de la Cruz, cuando en el Calvario permaneciste
erguida junto a tu Hijo, que moría para que el hombre viviese.

Desde entonces llegaste a ser, de manera nueva, Madre
de todos los que acogen a tu Hijo Jesús en la fe
y lo siguen tomando su Cruz.
Madre de la esperanza, que en la oscuridad del Sábado Santo saliste
al encuentro de la mañana de Pascua con confianza inquebrantable,
concede a tus hijos la capacidad de discernir en cualquier situación,
incluso en las más tenebrosas, los signos de la presencia amorosa de Dios.

Señora nuestra de Sheshan, alienta el compromiso de quienes en China,
en medio de las fatigas cotidianas, siguen creyendo, esperando y amando,
para que nunca teman hablar de Jesús al mundo y del mundo a Jesús.
En la estatua que corona el Santuario tú muestras a tu Hijo
al mundo con los brazos abiertos en un gesto de amor.
Ayuda a los católicos a ser siempre testigos creíbles de este amor,
manteniéndose unidos a la roca de Pedro sobre la que está edificada la Iglesia.
Madre de China y de Asia, ruega por nosotros ahora y siempre. Amén.

(CdM – RV)








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