2016-02-13 09:59:00

Francisco ante la Madre de Guadalupe, corazón donde palpita Hispanoamérica


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

(RV).- Es un encuentro personal el de Francisco con la Madre de Jesús, hijo de Dios, en el Tepeyac, como aquellos encuentros con Juan Diego en la  intimidad de un diálogo amoroso: “Hijo, hijito mío querido”. Pero es un encuentro personal en medio de los miles de peregrinos de nuestra Señora de Guadalupe, que como familia de devotos son parte del Pueblo santo de Dios.

Es un encuentro personal el de Francisco con la Madre de América, en medio de los peregrinos y con el corazón de pastor con olor a oveja, cargado de los heridos de un mundo que se cae a pedazos, convertido en un hospital de campaña y que necesita de gestos heroicos de encuentro, de diálogo, de amistad, de acordar no ideas sino la puesta en práctica juntos de las obras de misericordia del Evangelio. Solo así tendremos paz y alegría en el corazón y en la sociedad.

Pero en vez de paz y alegría tenemos miedo. Vivimos aterrorizados por la masacre que genera la idolatría del Dios dinero, o por el miedo a perder las pobres comodidades y seguridades que ofrece. Por eso Francisco dijo el 12 de diciembre de 2015, cuando anunció la visita a la Madre de Guadalupe el 13 de febrero de 2016: que la Virgen nos vuelva a repetir como a Juan Diego “¡No tengas miedo! ¿No estoy yo acaso aquí, que soy tu madre?”.

Nos puede ayudar imaginar este diálogo del hijo Papa Francisco con la Madre de Dios en el Tepeyac como una renovación profunda y fundante, como aquellos Encuentros con Juan Diego.

Con Francisco peregrino en salida misionera, jesuita Guillermo Ortiz








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