2016-02-01 18:07:00

¿Quiénes eran los Niños Mártires de Tlaxcala? El P. Francisco Rodríguez explica la vida de estos beatos mexicanos


(RV).- “Descubrieron que no había tesoro más grande que Él. Eran niños como ustedes, y de ellos podemos aprender que no hay edad para amar y servir”, son palabras del Papa Benedicto XVI durante su viaje a México en el encuentro con los jóvenes en Guanajuato, hablando de los tres Beatos Niños de Tlaxcala, Cristóbal, Antonio y Juan, protomártires de América, quienes fueron beatificados por Juan Pablo II en la Basílica de Guadalupe durante la segunda visita del santo al país en 1990. Un momento histórico que el Padre Francisco Rodríguez Lara, de la diócesis de Tlaxcala, vivió en persona cuando era seminarista, y tiene un gran recuerdo de ello. Ahora, más de 25 años después, vive en Roma y habló para los micrófonos de Radio Vaticano sobre el proceso de canonización de los niños Cristóbal, Antonio y Juan.

Eran niños misioneros de entre 12 y 13 años de escuela franciscana que dieron su vida por Dios a pesar de que en su mundo no les entendían, “heredaron el Reino de los Cielos”. Explica el Padre Francisco la espiritualidad de los Niños Mártires de la que habla el obispo de Tlaxcala Mons. Francisco Moreno Barrón, que se basa en cinco puntos fundamentales: la formación, una vida sacramental más intensa, buscar la santidad en nuestra vida familiar, vivir el discipulado y la misión.

Vida de los beatos:

En el año de 1527 el indígena Cristóbal, fue martirizado por su padre Axotécatl, uno de los más distinguidos Señores de la ciudad de Tlaxcala. Fue obligado a enviar a sus cuatro hijos con los frailes franciscanos, a fin de que aprendieran los principios de la fe cristiana. Cristóbal, de unos 13 años, se convirtió muy pronto y con gran fervor a la fe católica; de inmediato intentó apartar a su padre de la idolatría y la embriaguez, sin conseguirlo y causando su enojo. Xochipapalotzin, una de las mujeres de Axotécatl, aprovechó su descontento para convencerlo de que debía matar a Cristóbal, pues así el hijo de aquella mujer heredaría el señorío; decidido el cruel padre,  llamó a sus hijos a su casa en Atlihuetzía y ahí golpeó con gran saña a su hijo. Todo esto lo vio desde la azotea Luis, hermano de Cristóbal también convertido, quien poco después lo narró a Motolinía; sin embargo, el niño no murió de aquella golpiza, lo cual enardeció aún más a Axotécatl, quien “tomó un leño de encino grande y grueso, comenzó a darle furiosos golpes en todo el cuerpo, quebrándole los hombros, brazos y manos con que se defendía la cabeza…” Tampoco ahora murió Cristóbal, por lo que su padre, ya cansado, lo dejó en libertad, pero Xochipapalotzin le impidió la fuga. Viendo que aún vivía Cristóbal, su padre “mandó que pusieran una hoguera encendiéndola con suficientes cáscaras de encino… y luego ya que el fuego había tomado incremento y estaba con la mayor voracidad, arrojaron en él al niño, poniéndolo en diferentes posturas, ya de pecho, ya de espaldas, para que con igualdad se quemara, con cuyo espectáculo causaba mucha compasión, atendiendo al exceso con que se ejecutaba el martirio; pero en medio de él no desmayaba el fuerte niño sino que siempre estaba llamando con ahínco al Omnipotente Dios y Señor del Universo.

En el año de 1529 fueron martirizados Antonio y Juan, también adolescentes tlaxcaltecas. “A los dos años de haber fallecido el niño Cristóbal: caminando para la gran Provincia de Oaxaca, Fray Bernardino Minaya del Orden de Nuestro Padre Santo Domingo, en compañía de otro religioso llegaron a Tlaxcala con designio de visitar al muy Reverendo Padre Fray Martín de Valencia, Guardián que entonces era de aquel Convento y suplicarle se sirviese darle algunos niños, que fuesen oriundos de aquella ciudad y estuviesen instruidos en los dogmas de nuestra Santa Fe, como en saber oficiar el santo Sacrificio de la Misa, por ser su ánimo llevárselos consigo para que enseñaran e impusieran en ellos a los que estaban recién convertidos y bautizados, entendiéndose esta súplica sólo con aquellos que voluntariamente quisieran ocuparse en tal loable ministerio”. (Fuente: http://www.diocesisdetlaxcala.mx)

(MZ-RV)








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