2016-01-09 20:11:00

Yo los bautizo con agua, pero viene uno más poderoso que yo, él los bautizará con el fuego del Espíritu Santo


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

El suave rumor del agua del Río Jordán, rompe apenas el silencio largo y seco del desierto, cuando después del grito de Juan Bautista: ¡Arrepiéntanse! Alguno de sus oyentes se atreve a meterse en el río, para recibir el bautismo de Juan y cambiar de vida.

Pero Juan no confunde a la gente. El suyo es un bautismo de conversión. Explica: “Yo los bautizo con agua, pero viene uno más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el fuego del Espíritu Santo”.

Un día uno de los oyentes fue el mismo Jesús de Nazaret que avanzó en el río. Cuando Juan lo bautizó se abrió el cielo y desde ese día quedó el cielo abierto para siempre, pero ya no en el desierto del Jordán sino en el corazón de Jesús, que es la fuente inagotable del agua y la sangre que nos cura del mal y nos llena con la luz y la fuerza de la vida plena de Dios.

Un día te bautizaron también a vos que me escuchás y ahí se implantó en tu propio cuerpo la conexión con el cielo abierto, es decir con el corazón de Jesús vivo, que te hace también a vos hijo amado de Dios, hermano mío.

Dice el evangelio de Lucas en el capítulo 3: “Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan Bautista no sería el Mesías, él tomó la palabra y les dijo: “Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará con el fuego del Espíritu Santo y en el fuego”. Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”.”








All the contents on this site are copyrighted ©.