2015-12-23 14:55:00

Con la voz del Papa evocamos el significado de la Puerta Santa


(RV).- En el ámbito del Jubileo Extraordinario de la Misericordia el Papa Francisco ya abrió tres puertas santas en Roma. La primera fue en el corazón geográfico del continente africano, durante la tercera etapa de su viaje a Kenia y Uganda, que culminó en la República Centroafricana. La apertura de la Puerta Santa de la Catedral de Bangui tuvo lugar el I Domingo de Adviento, es decir el pasado 29 de noviembre.

El mismo Pontífice afirmó, en su primera catequesis de diciembre, en que agradeció al Señor su primer Viaje Apostólico a África: “He querido abrir, precisamente allí – dijo – en Bangui, con una semana de anticipación, la primera Puerta Santa del Jubileo de la Misericordia, como signo de fe y esperanza para su pueblo y, simbólicamente, para todas las poblaciones africanas más necesitadas de rescate y de consuelo”.

Llegó luego el esperado 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María en que el Obispo de Roma dio inicio al Año Jubilar, para que la Iglesia llegue a ser en el mundo el signo vivo del amor y de la misericordia del Padre, relacionando este nuevo tiempo con los cincuenta transcurridos desde la conclusión del Concilio Ecuménico Vaticano II, que presentó a la Iglesia a la luz del misterio de la comunión.

En cambio, el 13 de diciembre, III Domingo de Adviento, el Santo Padre abrió la Puerta Santa de la Basílica de San Juan de Letrán, Catedral de Roma, en que recordó que estamos llamados a ser “instrumentos de la Misericordia”.

Diez días después del comienzo del Jubileo, el pasado 18 de diciembre, el Papa Bergoglio muy cerca de la estación central de trenes de Roma, “Termini”, abrió la Puerta Santa de la Caridad en la Caritas de su diócesis, donde se encuentra el hostal dedicado al padre Luigi di Liegro y el comedor para indigentes dedicado a San Juan Pablo II. Aquí Francisco tras el rito de apertura concluyó con la celebración Eucarística en la que participaron exclusivamente los huéspedes de estos centros de acogida acompañados por algunos voluntarios y operadores.

La próxima Puerta Santa que el Papa abrirá corresponde a la de la Basílica romana de Santa María la Mayor, el próximo 1º de enero de 2016, Solemnidad de María Santísima Madre de Dios y Jornada Mundial de la Paz.

Ya en su catequesis de la audiencia general del tercer miércoles de noviembre  el Santo Padre Francisco reflexionó con los fieles y peregrinos que se habían dado cita en la Plaza de San Pedro ese 18 de noviembre –  antes de su viaje a África – sobre el sentido de la puerta santa, “en el umbral del Año de la Misericordia”. “Una puerta que – como él mismo dijo – se abre en la Iglesia para salir al encuentro de quienes,  por tantas razones, se encuentran lejos”.

En efecto, en esa ocasión, Su Santidad expresó el deseo de que las familias cristianas hagan del umbral de su casa un “pequeño gran signo” de la Puerta de la Misericordia y de la acogida de Dios. Porque precisamente así  deberá ser reconocida la Iglesia en todos los rincones de la tierra, es decir, como el ámbito en el que se custodia al Dios que llama, como la acogida de un Dios que no cierra la puerta, con la excusa de que no somos de esa casa.

Y del significado de la Puerta Santa explicaba: “Una puerta que se abre en la Iglesia para salir al encuentro de aquellos que por tantas razones se encuentran lejos. También las familias están invitadas a abrir sus puertas para salir al encuentro de Jesús que nos espera paciente, y que quiere traernos su bendición y su amistad. Una Iglesia que no fuera hospitalaria o una familia cerrada en sí misma sería una realidad terrible, que mortifica el Evangelio y hace más árido el mundo”.

“La puerta abierta nos habla de confianza, de hospitalidad, de acogida. La puerta es para proteger pero no para rechazar, y además no puede ser forzada, pues la hospitalidad brilla por la libertad de la acogida. Jesús siempre llama, siempre pide permiso. Al mismo tiempo, la puerta debe abrirse frecuentemente, aunque sólo sea para ver si hay alguien que espera y que no tiene el valor ni la fuerza para llamar”.

“En el evangelio de san Juan, Jesús se compara con la puerta del redil, en el que encontramos seguridad. Una puerta por la que podemos entrar y salir sin temor. La Iglesia debe colaborar con Cristo como el guardián del que habla el evangelio, escuchando la voz del Pastor y dejando entrar a todas las ovejas que Él trae consigo”.

(María Fernanda Bernasconi - RV).








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