(RV).- “La oración fue nuestro alimento durante los 70 días”, es el testimonio de Ariel Tizona, uno de los 33 mineros que estuvieron encerrados más de dos meses sin comida y sin bebida, en una mina del desierto de Atacama, en Chile. El Santo Padre invitó a la Audiencia General a las víctimas de la tragedia el mismo día que se cumplen 5 años desde que fueran rescatados de las profundidades.
Raúl Bustos, “el minero número 30” como se identifica él mismo por el orden en el que fueron rescatados, explica junto con su mujer como “vivieron ahí abajo”, y como desde fuera sus familias no perdieron nunca la esperanza. Hoy, se sienten orgullosos de poder agradecer al Santo Padre todo lo que Dios hizo por ellos, “Dios estaba en las manos de los técnicos que sacaron a mi marido”, asegura emocionada.
Esperanza es el nombre de la tercera hija de Ariel Tizona -minero número 32- quien nació mientras su padre estaba bajo tierra, y eso mismo, la esperanza de ver a su hija, fue lo que le ayudó a soportar todos esos días sin ver la luz del día, “quería conocerla y quería que creciera con su padre a su lado”.
Finalmente Mario Gómez, minero número 9, se siente muy agradecido al Papa Francisco por tener este detalle con ellos, y asegura que para él “La esperanza es vida, es fe, y sin estas tres cosas el ser humano no es nada”.
(MZ-RV)
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