2015-10-03 20:34:00

Cada familia es siempre una luz, por más débil que sea, en medio de la oscuridad del mundo


Para tu Radio - REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

Con intensa oración reinicia el camino sinodal de los obispos con el Papa. La invocación del Espíritu Santo que ilumina, guía a la comunidad, es siempre el punto de reinicio del proceso sinodal convocado y presidido por Francisco. La multitud de fieles y peregrinos en la plaza de san Pedro, unida al mundo entero por Radio Vaticana y el Centro Televisivo Vaticano, se concentró en oración en la víspera de la apertura del Sínodo ordinario de los obispos sobre el tema: “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”.

En la vigilia de oración de tantas familias junto a religiosas, religiosos, sacerdotes y obispos, titulada: “Las Familias iluminan el Sínodo”, el obispo de Roma animó a la oración precisamente con la imagen de la pequeña vela encendida en la oscuridad. Entiendo que la imagen y las preguntas sobre la misma dan luz sobre aspectos esenciales de este “caminar juntos” que significa la palabra “sínodo”.

Preguntó Francisco: “¿Vale la pena encender una pequeña vela en la oscuridad que nos rodea? ¿No se necesitaría algo más para disipar la oscuridad? Pero, ¿se pueden vencer las tinieblas? Frente a las exigencias de la existencia, existe la tentación de echarse para atrás, de desertar y encerrarse, a lo mejor en nombre de la prudencia y del realismo, escapando así de la responsabilidad de cumplir a fondo el propio deber”.

El Papa recordó que con este espíritu, hace precisamente un año, en esta misma plaza, invocábamos al Espíritu Santo pidiéndole que los Padres sinodales –al poner atención en el tema de la familia– supieran escuchar y confrontarse teniendo fija la mirada en Jesús, Palabra última del Padre y criterio de interpretación de la realidad. Y afirmó que: “Esta noche, nuestra oración no puede ser diferente. Pues, como recordaba el Patriarca Atenágoras, sin el Espíritu Santo, Dios resulta lejano, Cristo permanece en el pasado, la Iglesia se convierte en una simple organización, la autoridad se transforma en dominio, la misión en propaganda, el culto en evocación y el actuar de los cristianos en una moral de esclavos”.

El Sucesor en la cátedra de Pedro pidió: “Oremos, pues, para que el Sínodo que se abre mañana sepa reorientar la experiencia conyugal y familiar hacia una imagen plena del hombre; que sepa reconocer, valorizar y proponer todo lo bello, bueno y santo que hay en ella; abrazar las situaciones de vulnerabilidad que la ponen a prueba: la pobreza, la guerra, la enfermedad, el luto, las relaciones laceradas y deshilachadas de las que brotan dificultades, resentimientos y rupturas; que recuerde a estas familias, y a todas las familias, que el Evangelio sigue siendo la «buena noticia» desde la que se puede comenzar de nuevo. Que los Padres sepan sacar del tesoro de la tradición viva palabras de consuelo y orientaciones esperanzadoras para las familias, que están llamadas en este tiempo a construir el futuro de la comunidad eclesial y de la ciudad del hombre”.








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