2015-08-12 13:08:00

La Voz de Francisco en tu Radio con la catequesis del 12 de agosto


(RV).- En la segunda catequesis luego de la pausa estiva, y ante la presencia de numerosos peregrinos llegados de diversas partes del mundo reunidos en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Papa reflexionó sobre una de las dimensiones que marcan el ritmo de la vida familiar, es decir, sobre “la fiesta”, a la que seguirán en catequesis sucesivas, las reflexiones sobre el trabajo y la oración.

 

“Queridos hermanos y hermanas: Abrimos hoy una serie de reflexiones sobre tres facetas que marcan la vida familiar: la fiesta, el trabajo y la oración. Comenzamos por la fiesta, que es un invento de Dios. El libro del Génesis nos dice que al final de la creación Dios contempló y gozó de su obra. Dios nos enseña que festejar no es conseguir evadirse o dejarse vencer por la pereza, sino volver nuestra mirada hacia el fruto de nuestro esfuerzo con gratitud y benevolencia”.

El Papa Francisco especificando que la fiesta se trata de dedicar tiempo a contemplar y a gozar de aquello que en el trabajo fue bien hecho, precisó que el trabajo se entiende no solamente como el oficio o profesión, sino como toda acción con la que hombres y mujeres pueden colaborar en la obra creadora de Dios. Por eso es que la fiesta no se entiende, “como la pereza de quedarse en el sillón o la ebriedad de una tonta evasión”, sino como “la mirada amorosa y agradecida sobre el trabajo bien hecho”.

“También nosotros podemos mirar a nuestros hijos que crecen, el hogar que hemos construido y pensar: ¡Que hermoso! Es Dios que lo ha hecho posible, que sigue creando también hoy. ¡Y hacer fiesta!”

Asimismo señaló que puede suceder que la fiesta llegue en circunstancias difíciles o dolorosas, pero sin embargo, aún en estos casos, hay que pedirle a Dios de no “vaciarla completamente”. “Ustedes mamás y papás saben bien esto: cuántas veces, por amor a los hijos, son capaces de apartar las penas para dejar que ellos vivan bien la fiesta, ¡gusten el sentido bueno de la vida! ¡Hay tanto amor en esto!”

“El mandamiento divino de cesar en nuestras tareas cotidianas, nos recuerda también, que el hombre, como imagen de Dios, es señor y no esclavo del trabajo. Nos pide liberarnos de la obsesión por el beneficio económico, que ataca los ritmos humanos de la vida y niega al hombre el tiempo para lo realmente importante”.

En su catequesis en italiano el Pontífice reiteró que aunque  nadie está excluido de este mandamiento divino, sabemos que hay millones de hombres y mujeres e incluso de niños que son esclavos del trabajo, y afirmó que esto es “contra Dios y contra la dignidad de la persona humana”.

La obsesión por las ganancias económicas y la eficiencia de la técnica, dijo también el Papa, ponen en riesgo los ritmos humanos de la vida, mientras que el tiempo del descanso, y en particular aquel del descanso dominical está destinado para que podamos gozar de aquello que no se produce y no se consume, que no se compra ni se vende”. “En cambio - prosiguió - vemos que la ideología de la ganancia y del consumismo quiere comerse también la fiesta”, es decir que también la fiesta se reduce a un “negocio”, a un modo para hacer dinero y para gastarlo. De ahí la pregunta: ¿es para esto que trabajamos?

“Desterremos esa idea de fiesta centrada en el consumo y en el desenfreno y recuperemos su valor sagrado, viéndola como un tiempo privilegiado en el que podemos encontrarnos con Dios y con el hermano. Un tiempo maravilloso que podemos vivir en la familia, incluso en las dificultades”.

El tiempo de la fiesta es sagrado, concluyó el Sucesor de Pedro, porque Dios lo habita en un modo especial. La Eucaristía dominical lleva a la fiesta toda la gracia de Jesucristo: su presencia, su amor, su sacrificio, su hacernos comunidad, su estar con nosotros, y es así que cada realidad recibe su pleno sentido: el trabajo, la familia, las alegrías y cansancios de cada día, el sufrimiento y la muerte, vienen transfigurados por la gracia de Dios. “La fiesta, es un precioso regalo que Dios ha hecho a la familia humana: ¡no lo arruinemos!”, exhortó.

“Que el Señor nos conceda a todos vivir el tiempo de descanso, las fiestas, la celebración del domingo, con los ojos de la fe, como un precioso regalo que ilumina nuestra vida familiar. Muchas gracias”.

(GM - RV)

 








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