REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
Quizá de chicos tendríamos que haber jugado más al “Veo veo ¿qué ves?”, para ejercitar mejor la atención en el conocimiento de la realidad; de la verdad completa y profunda.
Yo confieso que “proyecto” -como dicen algunos- y la verdad desnuda, antes de llegar a mi mente, a mi corazón, pasa por varios filtros que la visten como la quiero ver y oír yo y no como es realmente. Y pienso y siento y tomo decisiones a partir de una verdad parcial, incompleta o disfrazada. Me distraigo de lo más importante, y así, me detengo o pierdo peligrosamente la dirección de mi camino. No escucho a Dios ni veo el sufrimiento de la gente, que es la clave de la compasión de Jesús y de la vocación cristiana.
Los que saben dicen que todo pasa por ahí, por el ver y escuchar bien. Para encontrar el camino y caminar con sentido hay que “sentir”, para después “conocer” lo que pasa por el alma y así poder “aceptar y recibir” lo que me ayuda y “rechazar” lo que no me ayuda al objetivo.
¿Pensás que ves y escuchas bien? El signo de que veo y escucho bien es la gratitud por el amor generoso de Dios y de los otros, en tantas cosas buenas y lindas que me regalan sin mérito mío, y el deseo de devolver ese amor con amor.
Como me falta alegría y gratitud porque no veo ni escucho bien, tengo que examinar: ¿qué apego, afecto desordenado, pasión, prejuicio, miedo, vicio, me quita libertad y me impide que vea y escuche la verdad tal como es?
“¡Señor, que vea!”, le pide el ciego a Jesús. Con la imagen de Jesús delante, que cura del mal y nos llena con la fuerza de su Vida plena, recordando sus milagros, los ciegos y sordos que curó en el Evangelio, le ruego para los míos queridos, familiares, amigos, conocidos, oyentes y para mí, que vea y escuche a Dios y a los otros. Es el único modo para mirar después, como Jesús, con los ojos del corazón y ser padre, madre, hermano, buen pastor…
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 10-17 Los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: “¿Por qué le hablas a la multitud por medio de parábolas?”. Él les respondió: “A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: ‘Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán. Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los sane’. Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron”.
All the contents on this site are copyrighted ©. |