2015-07-16 20:21:00

En casa, en familia, Francisco con el Pueblo de Dios en Caacupe


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

Francisco siente, vive y sigue el cariño y la fe del Pueblo de Dios por la Virgen María. Gratitud, confianza, devoción amor, abandono en sus manos de madre, consuelo en su regazo, es lo que el santo Pueblo fiel de Dios siente por la Madre de Dios y madre nuestra. Y el Papa siente en el Pueblo, con el Pueblo y por el Pueblo. Y el pueblo paraguayo no es un pueblo huérfano, tiene una madre, la Madre de Dios venerada bajo la advocación de nuestra Señora de los milagros de Caacupe.

El nombre Caacupé proviene de la palabra guaraní que significa ‘detrás de la yerba mate’. Por el 1600 en el lugar vivía un indio guaraní escultor de nombre José convertido al cristianismo en las misiones jesuitas. En la selva José se encontró con indios enemigos y le prometido a la Virgen María que si no lo atrapaban y salía con vida del trance, esculpiría una imagen de la Virgen para venerarla. Entonces, la Virgen María en persona le dijo en guaraní: "Caacupe", que significa ‘¡Escóndete detrás de los arbustos de yerba mate!’. El indio corrió y se escondió detrás de un grueso tronco. Los enemigos pasaron de largo sin advertir su presencia, y el indio, agradecido, en cuanto pudo regresar, tomó del árbol la madera que necesitaba para esculpir la estatua de madera.

En el sitio el indio José con su familia construyó un humilde oratorio, en torno al cual, con el correr de los años, fue constituyéndose un poblado. Así nació el santuario de “Tupasy Caacupe” que quiere decir “La Madre de Dios detrás de la Yerba”. Desde aquel tiempo se suceden los milagros de la madre que no abandona a sus hijos fiel a su amor de madre y al pedido de su Hijo Jesús en la cruz.

La imagen del indio salvado de los enemigos por la Virgen María tiene un bello significado catequético, espiritual, pastoral, porque la madre de Dios nos protege del mal y nos ayuda, porque el enemigo de la naturaleza humana, el mal espíritu quiere nuestra muerte espiritual. Así todos los que se cobijan bajo el manto y el regazo de la Virgen forman una familia. Por eso Francisco dijo al inicio de su homilía en Caacupe: “Estar aquí con ustedes es sentirme en casa, a los pies de nuestra Madre la Virgen de los Milagros de Caacupé. En un santuario los hijos nos encontramos con nuestra Madre y entre nosotros recordamos que somos hermanos. Es un lugar de fiesta, de encuentro, de familia. Venimos a presentar nuestras necesidades, venimos a agradecer, a pedir perdón y a volver a empezar. Cuántos bautismos, cuántas vocaciones sacerdotales y religiosas, cuántos noviazgos y matrimonios nacieron a los pies de nuestra Madre. Cuántas lágrimas y despedidas. Venimos siempre con nuestra vida, porque acá se está en casa y lo mejor es saber que hay alguien que nos espera”.








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