Nuestra fe se funda en los testigos visibles del evento

REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

El testimonio de los que tuvieron experiencia directa y maravillosa de la resurrección de Jesús, de los que fueron “testigos visibles del evento”, es lo que funda nuestra. Tanto que la credibilidad del testimonio es lo que define a los primeros 12 apóstoles y sus sucesores “como a una cadena ininterrumpida y prolongada en el curso de los siglos no sólo por los sucesores de los Apóstoles, sino por generaciones y generaciones de cristianos”. A esto se refirió Francisco el 17 de mayo de 2015, en la misa de canonización de cuatro nuevas santas: Juana Emilia De Villeneuve, María Cristina de la Inmaculada Concepción, María Alfonsina Danil Ghattas y María de Jesús Crucificado -estas dos últimas originarias de la tierra de Jesús-.

El obispo de Roma explicó que “a imitación de los Apóstoles, todo discípulo de Cristo está llamado a convertirse en testigo de su resurrección”, sobre todo en los ambientes donde es más fuerte el olvido de Dios y el extravió del hombre. Y sintetizó la vida de las cuatro santas diciendo que lo que hicieron fue permanecer en el amor de Dios, para anunciar con la palabra y con la vida la resurrección de Jesús, testimoniando la unidad entre nosotros y la caridad hacia los demás. Para después afirmar, preguntar e invitar: “Su ejemplo luminoso también interpela nuestra vida cristiana: ¿Como soy testimonio de Cristo resucitado? Es una pregunta que debemos hacernos ¿Cómo permanezco en el Él, cómo vivo en su amor? ¿Soy capaz de sembrar en familia, en el trabajo, en mi comunidad, la semilla de aquella unidad que Él nos ha donado haciéndonosla participe de la vida trinitaria?

Regresando hoy a casa, llevemos con nosotros la alegría de este encuentro con el Señor resucitado, cultivemos en el corazón el compromiso de vivir en el amor de Dios, permaneciendo unidos a Él y entre nosotros, y siguiendo las huellas de estas cuatro mujeres, modelos de santidad, que la Iglesia nos invita imitar”.