Con más Fe que dinero un Carpintero prohijó al Hijo de Dios

REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

JOSÉ OBRERO cuidó de Jesús y de su Madre, con su cuerpo, su alma, su vida, su trabajo, su fe… como lo hacen hoy tantos hombres honestos. El trabajo dignifica a la persona que se gana el pan con el sudor de su frente, según el mandamiento original. Pero ¡qué difícil es separar hoy el trabajo de una cruz ignominiosa, injusta, porque la corrupción capitaliza el sudor, se roba el pan de la familia y convierte al hombre en esclavo!

Quizá fue siempre así, me dirás. Pero el imperio romano que sometió al pueblo de José de Nazaret y bajo cuya ley fue ejecutado en la cruz "el hijo del carpintero", cayó destruido por su propia corrupción. Y hoy los turistas visitan en Roma las ruinas del imperio destruido; piedras muertas, una vez apagado el esplendor fugaz de la codicia de poder y riqueza.

Los poderosos y lacayos de este imperio se murieron y se pudrieron, a pesar de su pretensión de inmortalidad y -después que se dieron todos los gustos y placeres, también el placer enfermo de robar, esclavizar y matar- ya tienen el juicio justo de Dios.

Mientras que José de Nazaret con más fe y confianza en Dios que dinero; con el sudor del trabajo generoso y constante; con su entrega fuerte pero tierna y amorosa de la vida por Jesús y María, construyó, sostuvo y sostiene hasta hoy la familia de Jesús, porque es el Patrono Universal de la Iglesia, cuya piedra angular es JESUCRISTO RESUCITADO, que sopla en nosotros el Espíritu de Vida plena.

Si no me animo a pedir imitarlo en su fe, es al menos "para sacársele el sombrero". Que seamos dignos de este verdadero "Padre de familia" trabajador, humilde, silencioso, fuerte en la fe en Dios y el amor a su familia... donde también estamos vos y yo… y por lo tanto, también vos y yo podemos, como José carpintero, si apostamos más a la fe en Dios que al dinero, por la Vida plena y contra la corrupción que le roba a los pobres.