2015-03-20 16:06:00

Francisco llega al Santuario del gran misionero del Rosario, levantado a los pies del Vesubio


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita GUILLERMO ORTIZ

No es un cura; no es un sacerdote. En este caso, el que nos habla de María de Nazaret, Madre de Jesús es un laico, un bautizado que en el 1872 escucho en el propio corazón la voz de la Virgen que lo invitaba a difundir el Rosario, según la promesa hecha por la Virgen a Santo Domingo de Guzmán: "Si propagas el Rosario te salvaras".

La madre de Dios invitó personalmente a este pecador arrepentido, Bartolo Longo, a difundir el Rosario para expiar así los pecados de su juventud, después que había dejado la Iglesia católica para dedicarse al espiritismo.

Este laico comprometido; discípulo misionero de Jesús, beatificado por san Juan Pablo II en 1980, construyó el santuario de nuestra Señora del Rosario de Pompeya, obras de caridad y la entera cuidad entre 1876 y 1891.

En 1875 llega en un humildísimo carro desde Nápoles el cuadro milagroso de la Virgen del Santo Rosario. Para sostener este santuario de oración y caridad, porque el mismo Bartolo Longo fundo hospicios y orfanatos.

En una capilla lateral del santuario de la Virgen del Rosario de Pompeya, Bartolo Longo, hoy beato, aparece en su altar de barba casi blanca, traje y corbata, señala a la distancia con un niño y una niña a sus flancos que miran hacia arriba a la Virgen y a la vez el futuro alto y prometedor de la vida plena que el Hijo de María nos ofrece. Un cartel repite las palabras del Beato Bartolo: Pompeya jamás será ignorada mientras que la sonrisa de la Virgen ilumine el mundo y su Rosario sea el canto de los corazones

 

Para todos los devotos de la oración del Rosario y también de la Virgen del Rosario de Pompeya, rezando y misionando con Papa Francisco, jesuita Guillermo Ortiz, desde Pompeya.

 








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