2015-01-31 14:27:00

Poseídos de la palabra y el amor de Dios o del egoísmo


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

¿Qué rebalsa mi corazón?, ¿De qué esta lleno el tuyo?, ¿Estas poseído por el amor o por el egoísmo; por la caridad o por otras cosas como la avidez, la vanidad, el resentimiento?

En muchos casos esta “posesión” de pensamientos, afectos y acciones me domina como una verdadera droga, como una adicción, una dependencia que ya no puedo vencer, ni controlar con mis propias fuerzas. Solamente el poder de Dios puede liberarme.

 

Es que también para lo bueno y lindo más elemental; para las cosas importantes y necesarias de la vida no basta con las propias fuerzas. Es necesaria la potencia del Espíritu de Dios que Jesús resucitado sopla en nosotros. El mismo Jesús vive y actúa con el poder del Espíritu de amor santo que respira con el Padre. Es ésta la clave de su autoridad, el Espíritu de amor santo que respiran con el Padre. Y este poder se ve en la capacidad de vencer el mal, de dominar al espíritu del mal, de expulsar demonios, de sojuzgar a la muerte.

La gente se pregunta contemplando y escuchándolo ¿Quién es éste, que tiene tanta autoridad que hasta los espíritus dañinos le obedecen? Solo Jesús con su poder de amor puede curarnos del mal, liberarnos de su dominio y llenarnos con la fuerza y alegría de su Vida plena, con el poder de su Amor santo.

¿Probaste someterte al poder del amor de Jesús, entrar en ese corazón abrazado en el fuego del Espíritu de Amor santo, para ser allí purificado del mal, liberado y fecundado de Vida plena? Esto se puede hacer escuchando su palabra, leyendo y contemplando a Jesús en Evangelio en la oración profunda y larga.

Jesús, hijo de Dios, nacido de María de Nazaret. Me expongo larga y profundamente al poder de tu amor con la escucha y contemplación del Evangelio. Y te pido que, con la autoridad de tu palabra que en la Eucaristía se hace presencia viva, me liberes del mal y de lo malo, a mí y a los míos. Y que llenes de tu Vida plena, para ser poseídos por el amor. Que así sea.

Del Evangelio de Jesucristo según san Marcos, capítulo 1, versículos del 21 al 28

En aquel tiempo, el sábado, en Cafarnaúm, Jesús fue a la sinagoga y comenzó a enseñar. Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar; «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios». Pero Jesús lo increpó, diciendo: «Cállate y sal de este hombre». El espíritu impuro lo sacudió violentamente, y dando un alarido, salió de ese hombreTodos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!». Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea.

Desde el santuario de San Pedro en Roma, reciban la bendición de Dios que es Padre, Hijo, Espíritu Santo.








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