(RV).- (Con audio) Entiendo que no solo
parece sino que es una verdadera paradoja, esto de la fe sólida como una roca, porque
muchos relacionan la fe con debilidad y fragilidad, con impotencia; con la luz vacilante
de una vela y no con el fuego poderoso del sol a mediodía. Y porque cuando decimos
“roca”, nadie piensa en una piedra pequeña sino mas bien en un peñasco grande, granítico,
como las piedras colosales de las Sierras Grandes de Córdoba, en Argentina, con el
cerro “Champaqui”, de 3000 metros de altura, superadas a lomo de mula por la férrea
fe del Cura Brochero, para evangelizar Traslasierra.
Quizá para entender un
poco mejor esto de la fe tan sólida como la roca; una fe maciza, consistente, compacta,
resistente, estable, firme y no como la arena suelta, informe, blanda, maleable, podemos
mirar el edificio construido sobre la roca de la fe de Pedro-piedra, cimentada a su
vez sobre la piedra angular que es Cristo; el gran edificio del santuario de san Pedro
en Roma, recio, pétreo, granítico levantado sobre la tumba de Pedro, que fue crucificado
cabeza abajo, por su fe firme en Jesús de Nazaret, en la plaza delante del Santuario
de san Pedro, donde Papa Francisco preguntó el domingo 24 de agosto:
“¿Cómo
va tu fe? Cada uno responda en su corazón, eh. ¿Cómo va tu fe? ¿Cómo es? ¿Qué encuentra
el Señor en nuestros corazones? ¿Un corazón firme como la piedra o un corazón arenoso,
es decir, dudoso, difidente, incrédulo?”.
“Si el Señor encuentra en nuestro
corazón una fe, no digo perfecta, pero sincera, genuina –explicó el Obispo de Roma-,
entonces Él ve también en nosotros piedras vivas con las cuales construir su comunidad.
De esta comunidad, la piedra fundamental es Cristo, piedra angular y única. Por su
parte, Pedro es piedra, en cuanto fundamento visible de la unidad de la Iglesia; pero
cada bautizado está llamado a ofrecer a Jesús su propia fe, pobre, pero sincera, para
que Él pueda seguir construyendo su Iglesia hoy, en todas partes del mundo”.