«Juventud de Asia: ¡Levántate, resplandece!» Testimonios de los jóvenes durante el
encuentro con el Santo Padre
(RV).- (audio) «Porque donde hay
dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos» (Mt.18-20).
El Santo Padre se reunió con los jóvenes asiáticos a las diez y media de la mañana
del 15 de agosto, en la Solemnidad de la Asunción de María, quienes lo recibieron
con una cálida bienvenida.
“Nosotros somos jóvenes que quieren vivir según
la Palabra de Jesús, pero vivimos en un entorno muy difícil a nivel personal, de
pueblo y de nación. Reunidos aquí en ocasión de la Jornada de la Juventud Asiática,
queremos compartir entre nosotros nuestras preocupaciones y pensamientos, y también
queremos compartir con el Santo Padre, que venido a visitar aquí a los jóvenes en
dificultad, a escuchar sus palabras. Su sabiduría nos dará fuerza”.
Estos
fueron los testimonios de los jóvenes: (Audio de la radiocrónica)
Una
joven de Camboya ¡Querido Santo Padre! Soy Leap Lakaraksmey, vengo de Camboya.
Cuando me enteré de que iba a hablar delante del Papa como representante de la
juventud de Camboya, por demasiada alegría incluso lloré, pero al mismo tiempo sentía
la sensación de volar. Doy gracias a Dios. Desde pequeña recibí mucha ayuda de
la parroquia. Para aprender en la escuela recibí los libros, uniformes, e incluso
el dinero para los gastos escolares. A los 12 años, empecé a asistir a la Iglesia
siguiendo mi papá. Desde entonces, de las hermanas que vinieron como misioneras en
nuestra nación, he aprendido las Escrituras y también el método de orar. También aprendí
a ir a encontrar y llevar ayuda a las personas en los pueblos lejanos. Era muy feliz
en esos momentos. Desde que empecé a ir a la Iglesia, recibí muchos dones de Dios.
Dones tan abundantes que no me sentía a la altura de recibirlos. Cuando tenía dificultades
o sufrimientos, rezaba a Dios, y Él escuchaba todo. Y me hizo llegar dones que no
hubiera nunca imaginado. Sobre todo cuando, por dificultades económicas, hubiera tenido
que renunciar a la universidad, Dios, a través de muchos benefactores, me ayudó a
entrar en la universidad aquí en Corea. Ahora experimento abundantes gracias que mis
amigos envidian. Pero, Santo Padre, tengo una gran preocupación. Esa preocupación
es cómo responder a las muchas gracias de Dios. Cuando era pequeña pensaba que debía
seguir el camino de la vocación, si Dios me hubiese llamado. Hasta ahora no he cambiado
de opinión. Pero ahora nació en mí un deseo. A diferencia de cuando estaba en Camboya
he aprendido y conocido muchas cosas. Pienso que, si más intensamente estudio, más
personas podré ayudar. Creo que podría ayudar a mis padres y a las personas de mi
pueblo que viven mal. Sin embargo, ¿debería seguir el camino de la vocación renunciando
a todo esto que Dios me dio para enfrentarlo? ¿O debería seguir estudiando para ayudar
a tanta gente? Esta es mi mayor preocupación. Así que siento como una tentación el
no elegir el camino de la vocación. ¿Es una tentación no elegir el camino de la
vocación? Me parece que, si el Santo Padre respondiera a mi preocupación, podría elegir
con alegría. Otra cosa que pienso que me daría tanta fuerza sería que el Santo Padre
nos dijera cómo vence las tentaciones que le vienen. Me gustaría decir una cosa
más. En Camboya mis amigos van a la iglesia porque “quieren conocer a Jesús y la
fe católica”. Pero, debido a que Camboya no es una nación católica, hay muchas personas
que no conocen la fe católica. Entonces, si uno asiste a la iglesia, se burlan de
él, diciéndole: ¿Por qué sigues la fe Europea y no la nuestra tradicional? He visto
a menudo que, siendo despreciados por la familia y por la gente del pueblo, con el
paso del tiempo estas personas se alejan de la iglesia. Entonces me vino este pensamiento,
que sería bueno que nuestra gente de Camboya pudiera tener una bella imagen de la
fe cristiana. En Corea hay tantos santos mártires y advierto que hay una muy buena
imagen de la fe católica. Así que pienso que sería bueno si nacieran tantos santos
también en Camboya. Cuando yo era pequeña oía de las monjas que hay tantos mártires
también en Camboya. A principios del año 1970 en nuestro país muchas personas
murieron en los campos de exterminio(los "campos de la muerte) provocado por Pol Pot.
En aquel tiempo perdieron la vida muchos sacerdotes y monjas y también muchos fieles.
En particular, también el primer obispo de Camboya, Monseñor. Joseph Chhmar Sala,
perdió la vida en aquel tiempo. Nosotros católicos camboyanos, que somos pocos, creemos
que el sacrificio de Monseñor Joseph Chhmar Sala y de tantos mártires custodian nuestra
fe. ¡Santo Padre! ¿Podría venir también en Camboya para hacer entrar en el número
de los santos nuestros mártires camboyanos? Creo que, si fuera así, muchos sacerdotes
y monjas podrían desarrollar con más fuerza las actividades misioneras y muchos
jóvenes podrían conocer a Jesús.
Palabras del joven de Hong Kong Santo
Padre, los chinos en todo el mundo lo quieren bien. Usted nos enseña a difundir el
amor de Dios y nos da coraje. Mi nombre es Giovanni, recibí el bautismo recién
nacido. Actualmente trabajo en el campo del periodismo, a través de este trabajo,
me siento realizado como católico y estoy agradecido. Me gusta la liturgia tal vez
porque serví como monaguillo desde que tenía 9 años de edad. Hasta ahora sigo haciéndolo
y ya son 24 años. Santo Padre durante la Misa que usted celebrará, ¿podría participar
como monaguillo a su lado? Mi vida se ha enriquecido cada vez más en la fe, porque
he participado en la liturgia. Además, como he seguido haciéndolo con los obispos
y sacerdotes, me he convertido cada vez en un buen fiel católico. Como lo hicieron
los salesianos conmigo, deseo ardientemente trabajar con los jóvenes. Me gustaría
mucho servir a la Iglesia y compartir con todos lo que he recibido de Dios. Para
nosotros que vivimos en Hong Kong hay muchas pruebas y desafíos en la vida. Siendo
una ciudad internacional, quienes vivimos ahí nos encontramos con diferentes culturas
y diferentes mentalidades. A veces, para hacer contentos a los demás, las personas
pierden sus principios morales. Por eso me parece que poco a poco desaparecen la justicia
y la igualdad en nuestra sociedad. Tenemos sed que en toda la ciudad de Hong Kong
se difunda la vida de felicidad que viene de la fe. Los jóvenes de Hong Kong tienen
capacidad y salud, y nosotros deseamos profundamente que el Santo Padre nos enseñe
cómo lograr esta misión. Entre China continental y Hong Kong hay un vínculo muy
fuerte. Nuestras Iglesias son como hermanas. Lo que nos hace sufrir es que, cuanto
más se desarrollan las muchas iglesias en la China continental, más aumenta el control
y la opresión. A pesar de esta difícil situación, nuestros hermanos y hermanas en
la China continental mantienen su fe. Por eso creemos que la Iglesia, que está en
la parte continental de China tiene una fe fuerte y todos nosotros esperamos en la
promesa de Dios. Así que hoy, en este lugar, me gustaría hacer algunas preguntas
al Santo Padre. La primera es: ¿qué debemos hacer nosotros junto con los hermanos
y hermanas que están en China continental para mostrar en modo continuo y pacífico
el amor de Dios a todos los chinos? La segunda es que muchos jóvenes de Hong
Kong quieren que se realice la Jornada Mundial de la Juventud en Hong Kong. Para que
se realice este deseo, ¿qué cosa debemos saber y qué tenemos que preparar? La tercera
es: ¿qué pensamiento tiene sobre los católicos chinos que están repartidos por el
mundo? ¿Cuál es nuestra misión particular? Por último, me gustaría decir una cosa
más. Santo Padre, en la Iglesia hay muchas personas que han cometido errores en el
pasado. Personas que han pecado, que han hecho uso de drogas, que no han mantenido
su pureza antes del matrimonio, que se han divorciado, que han querido abandonar la
fe, etc…Pero, de igual modo, hay muchos casos de personas que, cuando deciden a regresar
a la Iglesia, sienten incomodidad al no advertir la acogida de los demás y se alejan
nuevamente. Santo Padre, pido una Palabra suya para que esas personas puedan sentir
el valor de volver. Oramos para que los que se arrepienten sientan el amor y puedan
insertarse en la comunidad.
Palabras de una joven coreana Querido
Santo Padre,¡buenas tardes! Soy Marina Park Giseon, una de las participantes de
Corea en esta Jornada asiática de los jóvenes. En primer lugar me siento muy feliz
y honrada de que usted haya venido en persona a la Jornada de la Juventud Asiática
para encontrarnos y escuchar nuestras palabras. Estoy un poco emocionada, pero voy
a hablar con el corazón en paz, como si estuviera hablando con mi abuelo. En la
actualidad, nosotros jóvenes de Corea vivimos en una sociedad de fuerte capitalismo
sintiendo la confusión de los valores. Me parece que el capitalismo de Corea no da
mucha importancia a la seguridad y la felicidad del hombre. Se piensa que el dinero
es más importante, y fácilmente se violan los principios morales más importantes para
ganar dinero. Por ello también se pierden familiares y amigos valiosos. Además,
también creo que todos los jóvenes deberían descubrir sus verdaderas identidades de
acuerdo a los talentos recibidos por Dios y planificar su futuro paso a paso, pero
están convirtiéndose todos en lo mismo, como si fueran máquinas. Las personas,
que deberían tener una relación recíproca de amistad, se convierten en rivales para
convertirse en “un sujeto considerado por la sociedad”, en lugar de “una persona
que se agrada a sí misma”. Como resultado, muchos jóvenes sienten frustración y
deambulan como perdedores debido a la baja autoestima, y esta situación hace crecer
también los problemas sociales como los crímenes y el suicidio. Se piensa seriamente
a qué cosa es más importante, si “sobrevivir en el mundo” o “vivir bien en el mundo”,
y en conclusión muchos jóvenes pasan el día “sobreviviendo en el mundo”. Yo también
estoy pasando el período de mi juventud en medio de esta confusión de valores. Pero
hace un poco de tiempo comencé con valentía un nuevo trabajo para lograr mi sueño.
He creado un pequeño espacio, donde la gente puede venir a conversar o a hacer actividades
artísticas, etc ... En otras palabras, es una pequeña empresa dirigida por mí misma.
He creado este tipo de espacio, porque para mí es importante que la gente viva feliz,
teniendo un espacio en sus vidas. Por supuesto, también para mí es una alegría estar
con estas personas. Pero, por una parte me llega la inquietud. Todos los jóvenes
que están a mi alrededor, pasan los días vertiginosamente en una sociedad competitiva
tratando de ganar más dinero, mientras que yo he tomado una decisión contraria… entonces
me viene la preocupación, si es justo o no, lo que he hecho. Santo Padre, ¿será
justa mi elección? Le pido, para mí y para los jóvenes coreanos que viven en una sociedad
de fuerte capitalismo, que nos hable de la vida de verdadera felicidad y nos diga
una palabra sobre cómo deberíamos vivir y con qué espíritu deberíamos elegir el trabajo
para nuestro futuro. También quisiera aún hablarle de la situación particular de
división entre Corea del Sur y Corea del Norte. Después de 1950, Corea es una nación
dividida, única en el mundo, y vivimos en el odio recíproco. Lo que escuché desde
temprana edad con respecto a Corea del Norte fue todo negativo. Pero, si hemos pasado
en el odio recíproco los últimos 60 años, pienso que la culpa no está toda de una
parte. Me gustaría preguntarle, ¿cómo ve a Corea del Norte y con qué espíritu debemos
mirar y qué podemos hacer por Corea del Norte nosotros, jóvenes católicos coreanos.