2014-07-21 14:22:07

Mi alma está sedienta de ti, Señor; en ti está la Fuente de la Vida


LITURGIA DE LA SEMANA. jesuita Guillermo Ortiz - Radio Vaticana

Mi alma está sedienta de ti, Señor; en ti está la Fuente de la Vida

(RV).- (Con audio) RealAudioMP3 La liturgia de la XVI semana del Tiempo Ordinario nos abreva con la imagen de la sed y la fuente, el martes y jueves, en las antífonas de los salmos 62 y 35.

No es la sed física sino la sed existencial, que solo sacia el agua viva del Corazón de Cristo. Es Él la fuente inagotable de Vida plena que sacia nuestra sed más honda. Y a su vez, transforma al discípulo misionero en fuente viva para otros sedientos.

Por eso en el Evangelio del lunes, no son los milagros los que hacen crecer la fe, sino la disposición interior al Encuentro con Jesús; el entrenamiento de la capacidad de Dios; el discernimiento de la sed interior; la perseverancia en la búsqueda de Dios.

Llena de sed y dispuesta a ser saciada, María Magdalena, que celebramos el 22 de julio, equivocó la fuente -como muchas veces nos sucede a vos y a mí-. Pero la Magdalena se dejó encontrar por Jesús y perseveró fiel por el camino penitente del calvario, hasta la cruz, donde se abrió la fuente en la boca del Corazón traspasado de Cristo y brotó la sangre y el agua de Vida plena. Y es María Magdalena la primera en dar la noticia a los discípulos de que esta fuente no puede ser contaminada por la corrupción; de la victoria sobre la muerte. Jesús resucitado les confirma que no han equivocado la fuente.

El viernes 25 de julio celebramos a Santiago apóstol, uno de los primeros que responde al llamado de Jesús. Miles de peregrinos llegan por el Camino de Santiago, a la Fuente de Vida plena que es Cristo, en Santiago de Compostela, España.

El 26 de julio, celebramos a los santos Joaquín y Ana, abuelos de Jesús, padres de María de Nazaret, la Madre del Hijo de Dios, que en la cruz la hizo madre de todos los sedientos que encuentran en Jesucristo la Fuente que los sacia.

Señor, que aprendamos de María Magdalena, de Santiago apóstol, de los santos Joaquín y Ana; de los abuelos y ancianos, el discernimiento de la sed, para buscar solo en Jesucristo la Fuente inagotable de Vida verdadera y plena. Amén.







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