2014-07-15 10:53:21

"Que continúe el espíritu de entendimiento en México", card. Parolin sobre las migraciones, a los medios de comunicación


(RV).- (con audio) RealAudioMP3 Sobre las doce y media de la noche de este lunes 15 de julio, el cardenal Pietro Parolin, quien está presente en el encuentro “Coloquio México-Santa Sede sobre movilidad y desarrollo”, habló para los medios destacando su agradecimiento a todas las autoridades por su recibimiento y su invitación. Explicó que tras su última visita a México, que fue hace un año y medio, pisar de nuevo esta tierra constituye para él “un motivo de alegría”, y es que son varios los motivos por los que el secretario de Estado Vaticano tiene un especial cariño a este país. Los hechos de que México sea un país profundamente devoto de la Virgen de Guadalupe y que sea también una Nación que ama de un modo especial al Papa, hacen que el cardenal italiano sienta un especial cariño por esta tierra.
Destacó que este momento en el que ha llegado al país guadalupano, es una etapa llena de cambios profundos habiéndose aprobado ya numerosas reformas, las llamadas “reformas constitucionales y estructurales”. El cardenal recordó que durante el coloquio con el Sr. Presidente de México que mantuvo en el Vaticano el pasado 7 de junio, definió esta fase de innovación que está atravesando México como un “tiempo de siembra”. Una siembra hecha con muchas manos: la mayor parte de las reformas se han hecho gracias al esfuerzo unitario de las fuerzas políticas mayoritarias del País. (MZ-RV)

Palabras del cardenal Parolín a los medios de comunicación:
Permítanme ante todo expresar, también desde aquí, mi cordial agradecimiento al Sr. Presidente de la República, Sr. Licenciado Enrique Peña Nieto, por la estimada cortesía con la cual me ha recibido, en nombre de todos los mexicanos, en el Palacio Nacional. Mi gratitud se extiende también al Sr. Secretario de Relaciones Exteriores, Sr. José Meade Kuribreña, que organizando el “Coloquio México-Santa Sede sobre movilidad y desarrollo” me invitó a inaugurarlo en mi calidad de Secretario de Estado. Invitación que de muy buen grado acepté, especialmente por la importancia del tema a tratar en el referido Convenio.
Tras casi año y medio de mi última visita a México, pisar nuevamente la tierra mexicana constituye para mi motivo de indecible alegría, pues es una Nación a la que, como muchos bien saben, me siento particularmente ligado por motivos personales y otros diversos. Entre los primeros, destaca el hecho de que hace ya algunos años presté mi servicio en la Representación Pontificia de esta Capital; un recuerdo, éste, que continua imborrable en mi corazón. Por lo que respecta a los otros motivos aludidos, destaco, entre otros, dos de entre los principales: México es un País profundamente devoto de la Virgen de Guadalupe y es, también, una Nación que ama de un modo especial al Papa.
Esta vez llego al País en un momento de cambios profundos habiéndose aprobado ya numerosas reformas, las llamadas “reformas constitucionales y estructurales”. Durante el coloquio con el Sr. Presidente que mantuve en el Vaticano el pasado 7 de junio, definí esta fase de innovación que está atravesando México como un “tiempo de siembra”. Una siembra hecha con muchas manos: de suyo, la mayor parte de las reformas se han hecho gracias al esfuerzo unitario de las fuerzas políticas mayoritarias del País.
Deseo y auguro que este “espíritu de entendimiento” no venga a menos, sino que continúe y se dilate en el futuro, para que así los frutos de cuánto ha sido sembrado lleguen a todos y cada uno de los ciudadanos mexicanos, especialmente a aquellos que se encuentran en situación más desfavorecida. Este “espíritu de solidaridad” debe impregnar toda la entera fase en curso de elaboración y aprobación de las Leyes Secundarias que concretan las reformas ya promulgadas.
Seríamos, sin embargo, poco ambiciosos, si no pretendiéramos que este “espíritu de entendimiento” no fuese más allá de la realización de las reformas ya emprendidas. Se necesita igual audacia y voluntad de trabajar unidos para poder afrontar los retos ingentes a los que se enfrentan los Estados Unidos Mexicanos: me refiero principalmente a la pobreza que aún aflige a una importante porción de la población del País. Emigración y pobreza van íntimamente unidas y por ello éste ha sido el tema escogido para la reflexión en el Coloquio antes mencionado. Estos dos desafíos comportan, a su vez, otros retos, como son, la disgregación de las familias o el éxodo de los niños que emigran solos, cuyo número aumenta día a día. Ni podemos dejar de mencionar, además, la plaga de la corrupción y el tráfico de personas; o la misma la violencia, especialmente aquella ligada al narcotráfico, la cual trunca cada año un gran número de vidas, especialmente entre los jóvenes. A todos ellos quisiera repetir la invitación que reiteradamente nos ofrece el Papa: “no permitan que les roben la esperanza”.
Se trata de retos, que reclaman de los políticos del País un decidido empeño para no perder el “espíritu de entendimiento” ya logrado, pero al cual debe también sumarse el “espíritu de concierto” con otros Países, especialmente con los gobiernos de los Países vecinos, como los Estados Unidos de América. En el mundo moderno de globalización e interdependencia política y económica, ningún Gobierno nacional puede afrontar con éxito tales retos en solitario. Por ello, el contexto regional americano e internacional actual, reclaman tejer estrategias comunes, ser constantes en los compromisos adquiridos, especialmente cuando se trata de la promoción de la persona y sus derechos y considerar los problemas a afrontar con optimismo y largueza de miras.
México, esta gran Nación que San Juan Diego recogió en su manto junto a las rosas del Tepeyac, siempre contará con el cariño, la solicitud y la leal colaboración de la Iglesia Católica en general y del Santo Padre en particular.








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