Los mercados financieros no pueden gobernar la suerte de los pueblos: el Papa a los
participantes en el congreso “Impact Investing for the Poor”
(RV).- (Con audio) Los mercados financieros
no pueden gobernar la suerte de los pueblos: es la denuncia del Papa durante la audiencia
de esta mañana a los participantes en el congreso “Impact Investing for the Poor”
sobre las inversiones para combatir la pobreza y la desigualdad social, promovido
por el Pontificio Consejo «Justicia y Paz». En su discurso el Papa exhortó a volver
a poner la ética al centro de la finanza y remarcó la necesidad de poner la persona
al centro de los procesos económicos.
Discurso completo del Santo
Padre
Queridos hermanos y hermanas:
Les doy la
bienvenida y les agradezco porque, con este congreso, ofrecen una importante contribución
a la investigación de caminos actuales y viables hacia una mayor equidad social. Agradezco
al cardenal Turkson por su amable introducción. La solidaridad con los pobres y
excluidos los ha llevado a pensar en una forma emergente de inversión responsable,
conocida como la Impact Investing. Participan en el encuentro también representantes
de la Curia Romana para estudiar formas innovadoras de inversión, que puedan traer
beneficios a las comunidades locales y al ambiente circundante, además de un rendimiento
justo.
El inversionista de impacto se configura como un inversor consciente
de la existencia de graves situaciones de inequidad, de profundas desigualdades sociales
y las penosas condiciones de desventaja que enfrentan poblaciones enteras. Se dirige
a las instituciones financieras que utilizan los recursos para promover el desarrollo
económico y social de las poblaciones pobres, con fondos de inversión destinados a
satisfacer sus necesidades básicas relacionadas con la agricultura, el acceso al agua,
la posibilidad de disponer moradas dignas a precios accesibles, así como servicios
básicos de salud y educación.
Estas inversiones tienen la intención de producir
un impacto social positivo para las poblaciones locales, como la creación de puestos
de trabajo, el acceso a la energía, la educación y el crecimiento de la productividad
agrícola. Los rendimientos financieros para los inversores son más contenidos respecto
a otros tipos de inversiones.
La lógica que anima estas formas innovadoras
de intervención es la que “reconoce el vínculo original entre la ganancia y la solidaridad,
la existencia de una circularidad fecunda entre ganancia y don... La tarea de los
cristianos es redescubrir, vivir y anunciar a todos esta preciosa y original unidad
entre ganancia y solidaridad. ¡Cuánta necesidad tiene el mundo contemporáneo de redescubrir
esta bella verdad!”(Prefacio al libro del Cardenal G. Müller Pobre para los pobres.
La misión de la Iglesia). Tenemos realmente necesidad.
Es importante que la
ética reencuentre su espacio en la finanza y que los mercados se pongan al servicio
de los intereses de los pueblos y del bien común de la humanidad. No podemos tolerar
por más tiempo que los mercados financieros gobiernen el destino de los pueblos en
lugar de servir sus necesidades, o que pocos prosperen recurriendo a la especulación
financiera, mientras que muchos sufren en gran medida las consecuencias.
La
innovación tecnológica ha aumentado la velocidad de las transacciones financieras,
pero este aumento encuentra sentido en la medida en que se demuestra apto para mejorar
su capacidad de servir al bien común. En particular, la especulación en los precios
de los alimentos es un escándalo que tiene graves consecuencias para el acceso a los
alimentos de los más pobres. Es urgente que los gobiernos de todo el mundo se comprometan
a desarrollar un cuadro internacional capaz de promover el mercado de inversión con
alto impacto social, en modo de contrarrestar la economía de la exclusión y del descarte.
El
día en que la Iglesia celebra los Santos Quirico y Julita, hijo y madre que, bajo
Diocleciano, dejaron sus bienes yendo hacia su martirio, quisiera pedir con ustedes
al Señor que nos ayude a no olvidar jamás la fugacidad de los bienes terrenales y
a comprometernos para el bien común, con un amor preferencial por los más pobres y
los débiles. Bendigo de corazón a ustedes y a su trabajo. Gracias.