"Que las 'Misericordias' y los grupos 'Fratres' continúen siendo lugares de acogida
y de gratuidad, en el signo del auténtico amor misericordioso por cada persona"
(RV).- Este caluroso sábado de junio la plaza de San Pedro fue nuevamente escenario
de un multitudinario encuentro con el Papa Francisco. En esta ocasión con treinta
mil voluntarios provenientes de toda Italia pertenecientes al grupo de las “Misericordias”
y a los grupos “Fratres” de donadores de sangre. Se trata del más antiguo movimiento
de voluntariado que, justamente, este 2014 celebra sus 770 años.
"Estamos
de verdad agradecidos al Papa Francisco por haber aceptado recibirnos, consintiéndonos
conocerlo personalmente y presentarle nuestros grupos" – afirmaron Roberto Trucchi
y Luigi Cardini, respectivamente Presidente Nacional de las Misericordias y Presidente
Nacional Fratres. El Presidente de las Misericordias recordó también que el Papa hace
referencia con frecuencia a la misericordia del Señor. "Esto por una parte - dijo
- nos hace pensar el peso y a la gran responsabilidad del nombre de nuestro movimiento
y, por otra parte, nos remonta a la elección significativa hecha por nuestros padres
hace 8 siglos, que se dieron este nombre como signo de una ilimitada caridad". Por
su parte el Presidente del Grupo Fratres, Luigi Cardini, observó que el 14 de junio
se celebra la Jornada Mundial del donador de sangre, "y para nuestros grupos de donadores
Fratres - observó- festejarla con el Papa Francisco es verdaderamente una ocasión
irrepetible que llena nuestros corazones de alegría y conmoción".
El encuentro
de hoy tuvo lugar a 28 años de distancia de aquel con Juan Pablo II, el 14 de junio
de 1986, cuando en el aula Pablo VI el Pontífice marcó un cambio en la vida de los
movimientos, indicando con claridad el camino de la caridad que las Misericordias
y los grupos de donadores de sangre tenían que hacer propias: “he aquí la consigna
que les hago… sean promotores y autores de la civilización del amor, testigos incansables
de la cultura de la caridad” dijo el Papa santo. Hoy los grupos de voluntarios italianos
confluyeron en la plaza de san Pedro coloreándola con amarillo y cian, característicos
de los uniformes de las Misericordias y de blanco y rojo, del grupo Fratres. Durante
esta mañana se alternaron cantos, oraciones y testimonios, esperando el encuentro
con Francisco. (MCM-RV)
Texto completo del discurso del Papa:
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Dirijo mi saludo a todos ustedes que
forman parte de las Misericordias de Italia y de los grupos Fratres, y también a sus
familiares y a las personas asistidas que han podido unirse a su peregrinación. Saludo
a Mons. Franco Agostinelli, Obispo de Prato y su Corrector general, y al Presidente
nacional de su Confederación, el Señor Roberto Trucchi, agradeciéndole por las palabras
con las que han introducido este encuentro. A todos ustedes se dirige mi aprecio por
la importante obra que desarrollan en favor del prójimo sufriente.
Las “Misericordias”,
antigua expresión del laicado católico y bien radicadas en el territorio italiano,
están comprometidas en testimoniar el Evangelio de la caridad entre los enfermos,
los ancianos, los minusválidos, los menores, los inmigrantes y los pobres. Todo su
servicio toma sentido y forma de esta palabra: “misericordia”, palabra latina cuyo
significado etimológico es “miseris cor dare”, “dar el corazón a los miserables”.
Aquellos que tienen necesidad, aquellos que sufren.
Y es eso lo que ha hecho
Jesús: ha abierto su Corazón a la miseria del hombre. El Evangelio es rico de episodios
que presentan la misericordia de Jesús, la gratuidad de su amor por los sufrientes
y los débiles. De los relatos evangélicos podemos captar la cercanía, la bondad,
la ternura con la que Jesús se acercaba a las personas sufrientes y las consolaba,
les daba alivio, y a menudo las sanaba. Sobre el ejemplo de nuestro Maestro, también
nosotros estamos llamados a hacernos cercanos, a compartir la condición de las personas
que encontramos. Es necesario que nuestras palabras, nuestros gestos, nuestras actitudes
expresen la solidaridad, la voluntad de no permanecer ajenos al dolor de los demás,
y esto con calor fraterno y sin caer en alguna forma de paternalismo.
Tenemos
a disposición tantas informaciones y estadísticas sobre la pobreza y sobre las tribulaciones
humanas. Existe el riesgo de ser espectadores informadísimos y desencarnados de estas
realidades, o también de hacer bellos discursos que se concluyen con soluciones verbales
y un desinterés con respecto a los problemas reales. Demasiadas palabras, demasiadas
palabras, demasiadas palabras, ¡pero no se hace nada! ¡Esto es un riesgo! No es de
ustedes, ustedes trabajan, trabajan bien, ¡bien! Pero existe el riesgo… Cuando yo
escucho algunas conversaciones entre personas que conocen las estadísticas: “¡Que
barbaridad, Padre! ¡Que barbaridad!, ¡Que barbaridad!”. “Pero ¿tú que haces por esta
barbaridad?” “¡Nada! ¡hablo!”. ¡Y esto no soluciona nada! ¡Hemos escuchado tantas
palabras! Aquello que sirve es actuar, la obra suya, el testimonio cristiano, ir hacia
los sufrientes, acercarse como hizo Jesús. En cambio, todos estamos llamados a dejarnos
envolver por las fatigas humanas que cada día nos interpelan. Imitemos a Jesús: Él
va por las calles y no ha planificado ni los pobres, ni los enfermos, ni los inválidos
que cruza a lo largo del camino; pero se detiene con el primero que encuentra, convirtiéndose
en presencia que socorre, señal de la cercanía de Dios que es bondad, providencia
y amor.
La actividad de sus asociaciones se inspira en las siete obras de misericordia
corporal, que me gusta recordar, porque hará bien volverlas a escuchar: dar de comer
a los hambrientos; dar de beber a los sedientos; vestir a los que están desnudos;
dar posada a los peregrinos; visitar a los enfermos; visitar a los encarcelados; enterrar
a los muertos. Los aliento a llevar adelante su acción con alegría y a modelarla sobre
aquella de Cristo, dejando que todos los sufrientes puedan encontrarlos y contar con
ustedes en el momento de la necesidad.
Queridos hermanos y hermanas, ¡gracias!
Gracias de nuevo a todos ustedes por aquello que hacen. ¡Gracias! !Por haber venido!
Que las “Misericordias” y los grupos “Fratres” continúen siendo lugares de acogida
y de gratuidad, en el signo del auténtico amor misericordioso por cada persona. ¡Que
el Señor los bendiga y la Virgen los proteja! ¡Gracias!
Y por favor no se
olviden de rezar por mí. ¡También yo lo necesito! Gracias!
(Traducción
del italiano: Raúl Cabrera- Radio Vaticano)