¿Tuviste un encuentro con Jesús o lo estas teniendo ahora?, pregunta Francisco a los
jóvenes de Buenos Aires en un video mensaje para la Jornada Regional de la Juventud
(RV).- (Con audio) La Jornada Regional de la Juventud, un evento para celebrar y vivir
la Pascua como jóvenes en presencia de Jesús resucitado, se está realizando en el
Planetario de Buenos Aires, siguiendo el espíritu de la Jornada Mundial de la Juventud
que presidió Francisco en 2013, hoy 26 de abril de 13 a 20 horas, en vísperas del
segundo domingo de Pascua, domingo de la Divina Misericordia, y de la canonización
de Juan XXIII y Juan Pablo II.
Están presentes jóvenes de la arquidiócesis
de Buenos Aires y las diócesis de Avellaneda-Lanús, Quilmes, Lomas de Zamora, San
Justo, Gregorio de Laferrere, Morón, Merlo-Moreno, San Miguel, San Martín y San Isidro.
Texto
y audio del mensaje del Papa Francisco
Queridos chicos y
chicas, un saludo y ¡Feliz Pascua!
¡Toda la semana es Pascua! “¡Es el gran
día que hizo el Señor!” Quiero acercarme a ustedes, me lo pidió el Arzobispo de
Buenos Aires, y lo hago con gusto. Quiero acompañarlos un instante en esta jornada,
en esta Pascua de la Juventud.
Estaba pensando mientras bajaba a hacer esta
grabación, qué les iba a decir. “Que hagan lío” ya se los dije. “Que no le tengan
miedo a nada” ya se los dije. “Que sean libres” ya se los dije. Entonces me vino
a la mente la figura de algunos jóvenes del Evangelio. Algunos jóvenes que se cruzaron
con Jesús o de los cuales habló Jesús. Quizás pueda ayudar. Si les sirve, lo asumen,
si no les sirve, lo tiran.
Pensé en los jóvenes Apóstoles, pensé en el joven
rico, pensé en el joven que se fue a buscar nueva vida con la herencia de su padre,
pensé en el joven muerto. Los apóstoles eran jóvenes, unos no tanto, otros sí. Juan
era un muchachito. Y quedaron conmovidos por la figura de Jesús, entusiasmados, con
ese estupor que produce cuando uno se encuentra con Jesús. Y van corriendo y le dicen
a los amigos: “¡Encontramos al Mesías! ¡Encontramos a aquél del que hablan los profetas!”. ¡Encontrarse
con Jesús¡ Vean ustedes esa conducta de los Apóstoles. Y después los apóstoles flaquearon,
después no se portaron tan bien. Pedro lo negó, Judas lo traicionó, los demás se escaparon.
Es decir, después viene la lucha por ser fieles a ese encuentro, el encuentro con
Jesús. Y yo te pregunto a vos: ¿Vos, cuándo te encontraste con Jesús?, ¿Cómo fue el
encuentro con Jesús?, ¿Tuviste un encuentro con Jesús o lo estás teniendo ahora? ¡Los
jóvenes apóstoles! Piensen en Pedro, Santiago, Juan, Natanael, cómo se fueron encontrando
con Jesús.
Otro joven que me vino a la mente es el joven rico, ese que se acerca
a Jesús con una vida intachable, un muchacho bueno, y le dice:
- ¿Qué tengo
que hacer para madurar mi vida, para tener la vida eterna? - Jesús le dice: “Cumplí
los mandamientos y andá adelante”. - “Si ya los cumplí siempre”.
El Evangelio
dice que: “Jesús lo amó”, y entonces le dijo: “Mirá, te falta una cosa: da todo lo
que tenés a los pobres y vení conmigo, a predicar el Evangelio”. Y ese chico se fue
triste. Se fue triste porque tenía mucha guita y no se animó a dejarla por Jesús.
Y se fue con SU plata y con SU tristeza. Los primeros estaban con su alegría, con
esa hermosa alegría que daba el encuentro con Jesús. Éste se fue con su tristeza.
El otro joven, ese joven que se quiso pasar de vivo, que quiso escribir su vida,
que quiso patear el tablero de la disciplina paterna, y enfrentó a su padre y le dijo:
“dame lo que me toca, que me voy”. Y se fue. Todos esos años fueron años de farra.
Gastó la plata en boliche, en vicios, la pasó bien. La plata se le gastó, se acabó.
Y de yapa vino una crisis económica, tuvo que buscar trabajo, no había trabajo, y
consiguió como cuidador de chanchos. Y éste, que había tenido mucha plata, que le
había sacado a su padre de la herencia, que había sabido lo que era estar en los mejores
hoteles y en las mejores fiestas, se había pasado la gran vida, conoció una cosa que
nunca antes había conocido: hambre.
Pero Dios es muy bueno. Dios aprovecha
nuestros fracasos para hablarnos al corazón. No le dijo Dios a este joven: “Sos un
fracasado, mirá lo que hiciste”. Lo hizo razonar. Dice el Evangelio que: “Entró dentro
de sí” “¿Qué hago con esta vida? La farra no me sirvió para nada. ¡Cuántos obreros
en la fábrica de mi padre ganan su sueldo y tienen que comer! Yo tengo hambre y soy
el hijo del patrón. Me levantaré, iré a mi padre y diré mi verdad: ‘Pequé contra el
cielo y contra ti’.” Y volvió. La gran sorpresa que se pegó es que el padre lo
estaba esperando, desde hacía años! El Evangelio dice que lo vio venir de lejos, porque
el viejo subía todas las tardes a la terraza a ver si el chico venía. Y el padre lo
abrazó y el padre le hizo fiesta. Y este gran pecador; este gran despilfarrador de
lo que había ganado su padre se encontró con algo que nunca había hecho conciente:
el abrazo de la misericordia.
Otro joven del Evangelio: Pensé en el joven
muerto también, a la salida de la ciudad de Naím, cuando lo iban a enterrar: hijo
único de madre viuda. Jesús se compadeció de la madre, no del pibe. Pero el pibe,
gracias a la madre, tuvo el milagro y lo resucitó.
¿Vos quién sos?, ¿El entusiasta,
como los apóstoles primero, antes de iniciar el camino?, ¿El que quiere seguir a Jesús
porque le gusta pero está atornillado con tantas cosas que lo atan y no lo puede seguir,
como el joven rico a la mundanidad, a tantas cosas?, ¿Cómo aquél que se gastó toda
la herencia de su padre, pero que se animó a volver y está sintiendo en este momento
el abrazo de la misericordia?, ¿O estás muerto? Si estás muerto, sabé que la Madre
Iglesia está llorando por vos, y Jesús es capaz de resucitarte. Decime, ¿quién sos
vos? Decítelo a vos mismo y eso te va a dar fuerza.
- “Padre, usted es injusto,
- me van a decir las chicas - porque los ejemplos que da es para los varones, ¿y nosotras
qué?”
Ustedes son aspirantes a consolidar con su vida la ternura y la fidelidad.
Ustedes están sobre el camino de esas mujeres que seguían a Jesús, en las buenas y
en las malas. La mujer tiene ese gran tesoro de poder dar vida, de poder dar ternura,
de poder dar paz y alegría. Hay un solo modelo para ustedes, María: La mujer de la
fidelidad, la que no entendía lo que le pasaba pero obedeció. La que en cuanto supo
lo que su prima necesitaba, se fue corriendo, la Virgen de la Prontitud. La que se
escapó como refugiada en un país extranjero para salvar la vida de su hijo. La que
ayudó a crecer a su Hijo y lo acompañó, y cuando su Hijo empezó a predicar, iba detrás
de Él. La que sufrió todo lo que le estaba pasando a ese chico, a ese muchacho grande.
La que estaba al lado de ese Hijo y le decía los problemas que había: “Mirá: no tienen
vino”. La que en el momento de la Cruz estaba junto a Él.
La mujer tiene una
capacidad para dar vida y para dar ternura que no la tenemos los varones. Ustedes
son mujeres de Iglesia. ¿De Iglesia, del Iglesia? No, no es “el” Iglesia, es LA iglesia.
La Iglesia es femenina, es como María. Ése es el lugar de ustedes. Ser Iglesia, conformar
Iglesia, estar junto a Jesús, dar ternura, acompañar, dejar crecer.
Que María,
la Señora de la Caricia, la Señora de la Ternura, la Señora de la Prontitud para servir,
les vaya indicando el camino. Bueno, ahora no se enojen, que ustedes salieron ganando
sobre los varones. Les deseo que este día termine bien. Que cada uno de ustedes se
encuentre con Jesús, con ese Jesús resucitado. Y les digo una cosa: ¡No tengan miedo!
¡Miren a Jesús, miren a María y vayan adelante!
- “Padre ¡que soy pecador,
soy pecadora!”
¡Él te perdona! Vos andá adelante, que tengan una santa pascua
y no se olviden de rezar por mí. Que Jesús los bendiga y la Virgen los cuide.
(Transcripción
del original español: jesuita Guillermo Ortiz).