Viviendo en familia, con el padre Kennedy Rodríguez (RV).- Con audio
Canonización
del Papa Juan Pablo II y del Papa Juan XIII Pascua es la gran fiesta de los
cristianos. Todos los sufrimientos vividos durante la Pasión de Jesús, no son nada
en comparación de las fiestas Pascuales, en las que celebramos el sentido más profundo
de nuestras vidas, el misterio de la vida eterna, que se hace presente en nuestra
lo cotidiano. No hay capacidad que alcance a comprender la maravilla de lo que
celebramos. Y entonces, la liturgia, por medio de algunos signos sensibles, comprensibles
para nuestros sentidos, nos ayuda a comprender el misterio de la vida que se hace
fiesta en cada Pascua. ¿Qué se necesita para poder comprender y celebrar la
Pascua? Disponerse para hacer fiesta, recrear un espacio importante para celebrar. Abrir
los ojos y despertar todos los sentidos para mirar, ver, escuchar, tocar, gustar
y oler el misterio de la Vida que se hace presente y real en los signos de la luz
que ilumina, del agua que empapa y limpia, del pan que alimenta, del vino que alegra,
del aceite que marca y sella. Prepararse para "lo más importante", para la fiesta
que se celebra durante ocho días seguidos (octava de Pascua), porque con uno sólo
no alcanza. ¿Cómo celebramos en familia cualquier fiesta importante?
El
cumpleaños de los hijos, el aniversarios, un casamiento...¿Por qué no invertimos el
mismo tiempo, dedicación y recursos para celebrar la gran fiesta de la Pascua? Es
tiempo de preparar una gran fiesta de Pascua en familia para que realmente todos los
signos y gestos durante los ocho días de la octava de Pascua, sean signos de fiesta,
que ayuden a todos a comprender el misterio profundo que se celebra. ¡A celebrar!,
a contagiarnos la alegría de la vida que se hace plena por el misterio de la Pascua.
Que no nos gane el apuro o la rutina. Detengamos el tiempo para celebrar el misterio
que está más allá de todo tiempo.