«¡Volver al primer amor, recibir el fuego que Jesús ha encendido en el mundo, y llevarlo
hasta los confines de la tierra!», invita el Papa
(RV).- (se actualizó con voz del Papa) (con video) «¡Pongámonos en camino!»
«Releer todo a partir de la cruz y de la victoria». «Un rayo de luz en la oscuridad».
«Con esta chispa se enciende una alegría humilde, que no ofende el dolor y la desesperación,
una alegría buena y serena». Alentó el Obispo de Roma en la Vigilia Pascual de la
Noche Santa. Con el Evangelio de la resurrección de Jesucristo: «Jesús ha resucitado,
como había dicho». Con las palabras del ángel y las de Jesús a las mujeres, que encuentran
la tumba vacía, y las palabras del Señor Resucitado: «No teman; avisen a mis hermanos
que vayan a Galilea, y allí me verán». «Galilea es el lugar de la primera llamada,
donde todo empezó. Volver allí, volver al lugar de la primera llamada», señaló el
Papa Francisco, alentando a «releer todo: la predicación, los milagros, la nueva comunidad,
los entusiasmos y las defecciones, hasta la traición; releer todo a partir del final,
que es un nuevo comienzo, de este acto supremo de amor». Tras hacer hincapié en
que «también para cada uno de nosotros hay una «Galilea» en el comienzo del camino
con Jesús». Y en que «ir a Galilea» tiene un significado lindo, significa «redescubrir
nuestro bautismo como fuente viva, sacar energías nuevas de la raíz de nuestra fe
y de nuestra experiencia cristiana», el Papa dijo que «volver a Galilea significa
sobre todo volver allí, a ese punto incandescente en que la gracia de Dios me tocó
al comienzo del camino. Con esta chispa puedo encender el fuego para el hoy, para
cada día, y llevar calor y luz a mis hermanos y hermanas».
Subrayando que
en la vida del cristiano, después del bautismo, hay también «una «Galilea» más existencial:
la experiencia del encuentro personal con Jesucristo, que me ha llamado a seguirlo
y participar en su misión», alentó a «recuperar la memoria de aquel momento en el
que sus ojos se cruzaron con los míos, el momento en que me hizo sentir que me amaba».
En
la Noche Santa de la Vigilia Pascual invitó a rogar la ayuda del Señor para volver
a nuestra Galilea, para encontrarlo y dejarnos abrazar por su misericordia. «Para
ver a Jesús resucitado, y convertirse en testigos de su resurrección. No es un volver
atrás, no es una nostalgia. Es volver al primer amor, para recibir el fuego que Jesús
ha encendido en el mundo, y llevarlo a todos, hasta los confines de la tierra».
«Galilea
de los gentiles» (Mt 4,15; Is 8,23): horizonte del Resucitado, horizonte de la Iglesia;
deseo intenso de encuentro… ¡Pongámonos en camino!
(CdM - RV)
Texto
completo de la homilía del Papa:
El Evangelio de la resurrección de
Jesucristo comienza con el ir de las mujeres hacia el sepulcro, temprano en la mañana
del día después del sábado. Se dirigen a la tumba, para honrar el cuerpo del Señor,
pero la encuentran abierta y vacía. Un ángel poderoso les dice: «No teman» (Mt 28,5),
y les manda llevar la noticia a los discípulos: « Ha resucitado de entre los muertos,
e irá antes que ustedes a Galilea » (v. 7). Las mujeres se marcharon a toda prisa
y, durante el camino, Jesús les salió al encuentro y les dijo: « No teman; avisen
a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán » (v. 10).
Después
de la muerte del Maestro, los discípulos se habían dispersado; su fe se deshizo, todo
parecía que había terminado, derrumbadas las certezas, muertas las esperanzas. Pero
entonces, aquel anuncio de las mujeres, aunque increíble, se presentó como un rayo
de luz en la oscuridad. La noticia se difundió: Jesús ha resucitado, como había dicho…
Y también el mandato de ir a Galilea; las mujeres lo habían oído por dos veces, primero
del ángel, después de Jesús mismo: «Que vayan a Galilea; allí me verán».
Galilea
es el lugar de la primera llamada, donde todo empezó. Volver allí, volver al lugar
de la primera llamada. Jesús pasó por la orilla del lago, mientras los pescadores
estaban arreglando las redes. Los llamó, y ellos lo dejaron todo y lo siguieron (cf.
Mt 4,18-22).
Volver a Galilea quiere decir releer todo a partir de
la cruz y de la victoria. Releer todo: la predicación, los milagros, la nueva comunidad,
los entusiasmos y las defecciones, hasta la traición; releer todo a partir del final,
que es un nuevo comienzo, de este acto supremo de amor.
También para
cada uno de nosotros hay una «Galilea» en el comienzo del camino con Jesús. «Ir a
Galilea» tiene un significado lindo, significa para nosotros redescubrir nuestro bautismo
como fuente viva, sacar energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia
cristiana. Volver a Galilea significa sobre todo volver allí, a ese punto incandescente
en que la gracia de Dios me tocó al comienzo del camino. Con esta chispa puedo encender
el fuego para el hoy, para cada día, y llevar calor y luz a mis hermanos y hermanas.
Con esta chispa se enciende una alegría humilde, una alegría que no ofende el dolor
y la desesperación, una alegría buena y serena.
En la vida del cristiano,
después del bautismo, hay también una «Galilea» más existencial: la experiencia del
encuentro personal con Jesucristo, que me ha llamado a seguirlo y participar en su
misión. En este sentido, volver a Galilea significa custodiar en el corazón la memoria
viva de esta llamada, cuando Jesús pasó por mi camino, me miró con misericordia, me
pidió que lo siguiera; recuperar la memoria de aquel momento en el que sus ojos se
cruzaron con los míos, el momento en que me hizo sentir que me amaba.
Hoy,
en esta noche, cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿Cuál es mi Galilea? ¿Dónde
está mi Galilea? ¿La recuerdo? ¿La he olvidado? He andado por caminos y senderos que
me la han hecho olvidar. Señor, ayúdame: dime cuál es mi Galilea; sabes, yo quiero
volver allí para encontrarte y dejarme abrazar por tu misericordia.
El
evangelio de Pascua es claro: es necesario volver allí, para ver a Jesús resucitado,
y convertirse en testigos de su resurrección. No es un volver atrás, no es una nostalgia.
Es volver al primer amor, para recibir el fuego que Jesús ha encendido en el mundo,
y llevarlo a todos, hasta los confines de la tierra.
«Galilea de los
gentiles» (Mt 4,15; Is 8,23): horizonte del Resucitado, horizonte de la Iglesia; deseo
intenso de encuentro… ¡Pongámonos en camino!