Viviendo en familia, con el padre Kennedy Rodríguez
(RV).- (Con
audio) Es importante
precisar que el consejo es un don y hay que pedirlo a Dios. El don de Consejo es un
hábito sobrenatural por el cual el alma en gracia, bajo inspiración del Espíritu Santo
intuye rectamente, en todos los casos particulares, lo que conviene hacer en orden
al fin último sobre natural. En el caso de los cónyuges es imprescindible saber
aconsejar a los hijos, pues está claro que esto influirá en todas las decisiones que
tomaran en un futuro. El buen consejo ha de ser pedido a Dios humildemente. Sólo
como don de Dios será posible a la familia el buen consejo; es decir, sólo por la
oración de súplica y por la docilidad incondicional al Espíritu divino conseguirá
a los cónyuges el buen juicio siempre y en todas las cosas.
Nos dice Proverbio
22,6: "Instruye al niño en el buen camino, cuando envejezca no se apartará de él".
El
Espíritu Santo ilumina la conciencia en las opciones que la vida diaria le impone,
sugiriéndole lo que es lícito, lo que corresponde, lo que conviene más al alma. Esto
lo hace a través del don de consejo. Si cada familia se abre a la acción del espíritu
santo entonces recibirá esta gracia. La Iglesia reconoce en la Madre de Jesús,
la “Madre del Buen Consejo”, como se la venera en tantos rincones del mundo. Ella
se manifiesta como la palabra sabia y dócil a las insinuaciones del Espíritu. Su actitud
de escucha, lleva vislumbrar los pequeños soplos divinos aún en las situaciones más
convulsionadas. De ahí que se haya revelado a lo largo de la historia como la consejera
segura, prudente y sabia.