La evangélica opción por los pobres y su inclusión
social
La Iglesia en América Latina integró en su comprensión
del Pueblo de Dios presentada por el Vaticano II, su caminar en medio de nuestros
pueblos prestando una gran atención a la presencia de multitudes de hermanos pobres,
y a sus reclamos para lograr una vida más justa y participativa.
El Documento
de Aparecida en el número 391, recoge en una mirada histórica, la positiva opción
evangélica por los pobres que se viene fortaleciendo y madurando con el correr de
los años. “Es uno de los rasgos que marca la fisonomía de la Iglesia latinoamericana
y caribeña”. También, señala de modo crítico que se debe profundizar este camino.
Recogió palabras de Juan Pablo II en su llamar al pueblo cristiano que vive en América
a un proceso de conversión que incluya revisar todos los ambientes y dimensiones
de su vida, especialmente todo lo que pertenece al orden social y a la obtención del
bien común.
Luego, en el número 398 ofrece una orientación animada por la
caridad, solicita un camino de cercanía y amistad con los pobres para que ellos
se sientan parte de la Iglesia y ejerzan su propia responsabilidad en el Pueblo de
Dios y en la sociedad.
“Sólo la cercanía que nos hace amigos nos permite apreciar
profundamente los valores de los pobres de hoy, sus legítimos anhelos y su modo propio
de vivir la fe. La opción por los pobres debe conducirnos a la amistad con los
pobres. Día a día, los pobres se hacen sujetos de la evangelización y de la promoción
humana integral: educan a sus hijos en la fe, viven una constante solidaridad entre
parientes y vecinos, buscan constantemente a Dios y dan vida al peregrinar de la Iglesia.
A la luz del Evangelio reconocemos su inmensa dignidad y su valor sagrado a los
ojos de Cristo, pobre como ellos y excluido entre ellos”.
Recientemente,
el Papa Francisco en el número 198 de La alegría del Evangelio, reafirma su
deseo de ser una Iglesia pobre para los pobres. Presenta con fuerza la actitud
del Señor Jesús, que por nosotros se hizo pobre y servidor de los hermanos alejados
y excluidos.
“Para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica
antes que cultural, sociológica, política o filosófica. Dios les otorga «su primera
misericordia». Esta preferencia divina tiene consecuencias en la vida de fe de todos
los cristianos, llamados a tener «los mismos sentimientos de Jesucristo» (Flp 2,5).
Inspirada en ella, la Iglesia hizo una opción por los pobres entendida como
una «forma especial de primacía en el ejercicio de la caridad cristiana, de la cual
da testimonio toda la tradición de la Iglesia». Esta opción –enseñaba Benedicto XVI–
«está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros,
para enriquecernos con su pobreza» (, 13 mayo 2007, 3). Por eso quiero una
Iglesia pobre para los pobres”.
A continuación, el Papa retoma en otro contexto
la bella invitación de Aparecida de ir al encuentro de los pobres con espíritu de
amistad para aprender de ellos y caminar juntos.
“Ellos tienen mucho que enseñarnos.
Además de participar del sensus fidei, en sus propios dolores conocen al Cristo
sufriente. Es necesario que todos nos dejemos evangelizar por ellos. La nueva evangelización
es una invitación a reconocer la fuerza salvífica de sus vidas y a ponerlos en el
centro del camino de la Iglesia. Estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos, a
prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos,
a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos
a través de ellos” (EG 198).