¡Conviértanse, están a tiempo para no acabar en el infierno! Apremiante llamamiento
del Papa a los mafiosos
(RV).- (Se acutalizó con video - con audio) «Por favor cambien
de vida» «se lo pido de rodillas», no se podrán llevar a la otra vida el poder y el
dinero ensangrentados, también con la sangre de tantos niños, que en todo el mundo
se derrote la inequidad y la corrupción, fue el ruego firme y profundo, del corazón
del Papa Francisco, en la vigilia de oración con los familiares de las víctimas inocentes
de las mafias, en la víspera de la Jornada de la memoria y del compromiso, organizada
por la asociación Libera, del sacerdote italiano Don Ciotti.
Después de haber
escuchado en silencio orante los 842 nombres – entre ellos más de 80 niños – asesinados
sin piedad por los criminales mafiosos, y del Evangelio de las Bienaventuranzas,
el Papa Bergoglio pronunció una reflexión. Con su gratitud por este encuentro, reiteró
su cercanía y solidaridad a cuantos han perdido a un ser querido, víctima de la violencia
mafiosa. Destacó también con gratitud su testimonio de no quedar encerrados, saliendo
a contar su dolor y esperanza, tan importante para los jóvenes.
Rezando con
todos ellos y recordando el reciente asesinato de un niño, el Obispo de Roma, pidió
oraciones también para no caer en el desaliento y perseverar en la lucha para que
prevalezca el bien. Escuchemos las intensas palabras del Santo Padre:
(CdM
- RV)
Reflexión del Papa en la vigilia de oración por las víctimas de las mafias:
Queridos hermanos y hermanas,
gracias por haber hecho este alto
en Roma, que me da la posibilidad de encontrarlos, antes de la vigilia y de la “Jornada
de la memoria y del compromiso” que vivirán esta noche y mañana en Latina. Agradezco
a Don Luigi Ciotti y a sus colaboradores, y también a los Padres Franciscanos de esta
parroquia. Saludo además al obispo de Latina, Mons. Crociata, aquí presente. Gracias,
excelencia.
El deseo que tengo es el de compartir con ustedes una esperanza,
y es ésta: que lentamente el sentido de responsabilidad venza sobre la corrupción,
en todas partes del mundo… Y esto debe partir desde dentro, de las consciencias,
y de allí resanar, resanar los comportamientos, las relaciones, las elecciones, el
tejido social, de tal forma que la justicia gane espacio, crezca, se radique, y tome
el lugar de la iniquidad. Sé que sienten fuertemente esta esperanza, y deseo compartirla
con ustedes, decirles que les estaré cerca también esta noche y mañana, en Latina
– si bien no podré ir físicamente, estaré con ustedes en este camino, que requiere
tenacidad, perseverancia.
En particular, deseo expresar mi solidaridad a
cuantos entre ustedes han perdido a una persona querida, víctima de la violencia mafiosa.
Gracias por su testimonio, porque no se han cerrado, sino que se han abierto, han
salido, para contar su historia de dolor y de esperanza. Esto es tan importante, especialmente
para los ¡jóvenes!
Quisiera rezar con ustedes – y lo hago de corazón – por
todas las víctimas de las mafias. También hace pocos días, cerca de Taranto, se ha
perpetrado un delito que no ha tenido piedad ni siquiera por un niño. Pero al mismo
tiempo recemos juntos, todos, para pedir la fuerza de ir adelante, de no desalentarnos,
sino de continuar a luchar contra la corrupción.
Y siento que no puedo terminar
sin decir una palabra a los grandes ausentes, hoy, a los protagonistas ausentes: a
los hombres y a las mujeres mafiosas. ¡Por favor, cambien de vida, conviértanse, dejen
de hacer el mal! Y nosotros rezamos por ustedes: conviértanse. Lo pido de rodillas.
Es por su bien. Esta vida que ahora viven, no les dará placer, no les dará alegría,
no les dará felicidad. El poder, el dinero que ahora poseen de tantos negocios sucios,
de tantos crímenes mafiosos, es dinero ensangrentado, es poder ensangrentado, y no
podrán llevarlo a la otra vida. Conviértanse: aún es tiempo para no terminar en el
infierno. Es lo que les espera si continúan por este camino. Ustedes han tenido un
papá y una mamá: piensen en ellos. Lloren un poco y conviértanse.
Recemos juntos
a nuestra Madre María para que nos ayude: Ave María…