“A mí me gusta saber que una persona está en camino”, el Papa a los miembros del Camino
Neocatecumenal
(RV).- (Con audio) “A mí me gusta saber
que una persona está en camino”. Lo dijo el Papa Francisco, a los miembros del Camino
Neocatecumenal, en el ámbito de su visita a la Parroquia romana de Santa María de
la Oración de Setteville en Guidonia, del segundo domingo de Cuaresma.
El Obispo
de Roma explicó que estar en camino significa que la persona no está detenida, sino
en camino hacia un fin determinado, buscando algo, tal como sucedió a nuestro padre
Abraham, a quien el Señor le dijo: “¡Ve, camina! ¡Ve adelante!”. “¿Hacia dónde?”.
“¡Yo te lo diré!”.
Y él no fue a la estación del tren, a comprar el billete
para tal lugar… Comenzó a caminar: no sabía hacia dónde, ¡pero confió en el Señor!
Ésta es una de las características del cristiano: estar en camino. Pero no sólo del
cristiano, ¡de toda persona honesta! Porque una persona que no está en camino, tiene
algo que le hace verse a sí mismo. Ir adelante y volver sobre sí: es una persona –
digamos, con una palabra un poco difícil – autorreferencial: es siempre egoísta, no
camina.
El Papa les dijo que hay dos peligros y una trampa en el camino.
El primer peligro es detenerse. El segundo es no ir por el camino justo. ¡Y éste es
el pecado! Porque cuando pecamos nos equivocamos en el camino y tenemos necesidad
de darnos cuenta y de pedir perdón al Señor. Mientras la trampa es “no caminar, ¡sino
hacer turismo!
¿Qué significa esto? – se preguntó el Papa –. Son los que
en lugar de caminar van por la vida, paseando, van y vienen...
Pero en
lugar de ser caminantes, son errantes. En español se dice “errante”, a los que pasean.
¿Cuál es su característica? Que no tienen dirección. Toma esto y lo lleva por aquí,
toma esto y lleva por allá… ¡Ésta es la trampa! “¡Yo camino!”. “¡No! Tú no caminas:
¡tú giras!”. “¡Tú das vueltas!”. ¡Es otra cosa! Es otra cosa...
Y los
invitó a pedir al Señor estar siempre en camino y que Él nos ayude a no equivocarnos
de camino y que nos defienda de la trampa que es lo peor: girar, andar sin caminar.
(María
Fernanda Bernasconi – RV).
Texto completo de las palabras del Papa
a los miembros del Camino Neocatecumenal
A mí me gusta saber que una persona
está en camino. ¿Qué quiere decir? Que no está cerrada, que no está detenida. ¡Está
en camino! En camino hacia un fin determinado, buscando algo: tantas veces no se sabe
dónde llegaré, pero busco algo. Esto le sucedió a nuestro padre Abraham, al cual el
Señor le dijo: “¡Ve, camina! ¡Ve adelante!”. “¿Hacia dónde?”. “¡Yo te lo diré!”. Y
él no fue a la estación del tren, a comprar el billete para tal lugar… Comenzó a caminar:
no sabía hacia dónde, ¡pero confió en el Señor! Ésta es una de las características
del cristiano: estar en camino. Pero no sólo del cristiano, ¡de toda persona honesta!
Porque una persona que no está en camino es porque tiene algo que le hace mirarse
a sí misma. Ir adelante y volver sobre sí: es una persona – digamos, con una palabra
un poco difícil – autorreferencial: es siempre egoísta, no camina.
Pero ustedes
saben que cuando Dios llamó a nuestro padre Abraham comenzó a prepararle el camino
a Jesús. Dios ha querido salvarnos en el camino, en un pueblo que camina. En esta
Cuaresma nosotros somos un pueblo que camina hacia la Pascua. El Señor nunca ha querido
salvarnos sino caminando. ¡Siempre en camino! Porque es un Dios que ha hecho un pueblo
que camina, ha elegido un pueblo y en nuestra vida espiritual nos pide siempre que
vayamos adelante, que caminemos siempre.
Hay dos peligros y una trampa en
el camino. El primer peligro es detenerse. Como decía Santa Teresa, “uno va caminando,
encuentra un albergue, una hermosa casa. Entonces alquilo una habitación aquí y me
quedo toda la vida” ¡es un alguien que se ha detenido! Y a las cosas detenidas sucede
aquello que sucede a las aguas de los pequeños lagos que no tienen corriente ¿qué
sucede? Estas aguas se corrompen. ¡La persona detenida se corrompe! ¿Por qué? Porque
no vive la vocación de caminar. Este es el primero. La segunda dificultad, el segundo
error es no ir por el camino justo: equivocar el camino. ¡Este es el pecado!
Cuando
nosotros pecamos erramos el camino y tenemos necesidad - primero - de darnos cuenta
que hemos pecado, que hemos equivocado el camino y luego de pedir perdón y el Señor,
como a la oveja perdida, nos toma y nos lleva y nos pone junto a todos para continuar
caminando. Estos son los dos peligros: detenerse y errar el camino. Y, ¿cuál es la
trampa? No caminar, ¡sino hacer turismo! ¿Qué significa esto? Son aquellos que no
caminan, van, van por la vida: dan vueltas, van y vienen... En vez de ser caminantes,
son errantes. En español se dice “errante”, a los que pasean. ¿Cuál es su característica?
Que no tienen dirección. Toma esto y lo lleva por aquí, toma esto y lleva por allá…
¡Ésta es la trampa! “¡Yo camino!”. “¡No! Tú no caminas: “¡das vueltas!”. Tú da vueltas
¡y esto es otra cosa! Esto es totalmente otra cosa...
Pidamos al Señor estar
siempre, siempre, siempre en camino como comenzó en la historia de la salvación a
caminar nuestro padre Abraham. En la Misa de mañana tendremos esta lectura tan hermosa,
cuando comenzó a caminar nuestro padre Abraham. Estar en camino, que Él nos defienda
del detenernos, nos defienda del equivocarnos de camino y nos defienda de la trampa,
que es lo peor: de girar, girar, de andar sin caminar. Pidamos esta gracia los unos
por los otros. Muchas gracias por lo que hacen ¡y adelante!
Traducción del
italiano: María Cecilia Mutual - RV