Un Padre que se hace cargo de las personas como sacerdote y misionero es Papa Francisco
(RV).- (Con audio) Entrevista al jesuita Guillermo Ortiz, en el primer aniversario
de la elección de Jorge Mario Bergoglio como Obispo de Roma.
Transcripción
de la entrevista:
- Usted conoce bien a Papa Francisco, porque él lo recibió
en la Compañía de Jesús, y fue su formador y párroco.
Conozco al padre
Bergoglio desde 1977 cuando pedí entrar a la Compañía de Jesús, siendo él el superior
provincial de los jesuitas argentinos. Podría decir, para sintetizar en esta entrevista,
que conozco a un padre, un sacerdote, un misionero, un hombre modelado por el llamado
de Dios en su corazón y su respuesta, su sí a Dios constante; modelado por la espiritualidad
ignaciana, por los ejercicios espirituales; por el celo apostólico; por el fuego del
Espíritu de Dios en su corazón, como él mismo dice en su exhortación apostólica: “La
alegría del Evangelio”.
A lo largo de este primer año de Pontificado, muchas
personas me han preguntado qué aspecto lo representa mejor y en mi opinión es: la
paternidad. Pongo el ejemplo del papá que tiene temor de decirle a un hijo cómo son
las cosas por miedo a que el hijo se enoje con él, deje de quererlo o se vaya de la
casa. Eso pasa mucho y yo lo veo en el confesionario cuando hablo con los papás, las
dificultades que sienten.
Como formador jesuita, el padre Bergoglio fue en
mi experiencia un padre. Padre en el sentido que se ocupa de vos, que te mira, que
te considera, que se hace cargo como padre, pero que a su vez es capaz de decirte
las cosas y exigirte lo que corresponde sin temor, pero acompañándote. Su objetivo
era que uno conociera la Compañía de Jesús. A la formación la llamamos “probación”
porque es una prueba para ver si el Señor te llama, para saber qué es la Compañía
de Jesús y para ver si uno es capaz de ser jesuita. Entonces él te decía las cosas,
estaba cerca, te acompañaba.
Creo que esta paternidad suya tan grande tiene
que ver también con el hecho de que él no se ocupaba solamente de la parte intelectual
-porque estábamos estudiando filosofía, teología, humanidades- sino también de la
parte espiritual. Estaba todo unido, nosotros también teníamos que limpiar la casa,
hacer la comida, teníamos animales que cuidar para poder tener carne para comer, teníamos
huerta, teníamos todas estas cosas, y él trabajaba con nosotros.
Una cosa
que yo siempre cuento podíamos estar haciendo dirección espiritual, acompañamiento
espiritual o cuenta de conciencia y cortábamos porque era el momento en que había
que pasar por la lavandería para poner la ropa en el lavarropas, y lo hacía él, después
que sacaba la ropa, nos llamaba para que nosotros la colgáramos para secarse. Creo
que una de las cosas que se ven es que es un hombre práctico, es un hombre muy capaz.
- ¿Qué aspectos de esta paternidad le gustaría resaltar?
Algunos
piensan que no tiene formación intelectual, pero él tiene una capacidad intelectual
extraordinaria. Es capaz de escribir un libro, elaborar un discurso, dar clases. Yo
lo he tenido como profesor de pastoral en el colegio Máximo de San José en San Miguel,
Facultades de Teología y Filosofía. Si tiene que dar una clase, una lección, incluso
alguna clase inaugural de la Universidad al inicio del año -en la que participé- realmente
es extraordinaria su capacidad intelectual, su conocimiento de autores, etc.
Pero
por otro lado, cuando él tiene que celebrar una misa con chicos, realiza un diálogo,
la homilía es un diálogo, no se trata de un discurso. Un verdadero diálogo, donde
las cosas son prácticas ¡Las cosas son prácticas! Es una persona muy práctica. Y eso
se ve como Papa. Él propone cosas, dice cómo son las cosas, no hace un discurso para
explicar porqué son así las cosas, sino cómo tendrían que ser. Por ejemplo, en las
denuncias de la pobreza, del hambre, o cuando reza por la paz, porque tenemos que
rezar por la paz frente a tantas guerras ¿no? Es un hombre práctico.
Yo diría
que se sabe ubicar, sobretodo porque se pone delante de la persona. Tiene esa capacidad
de saber delante de quién está, con quién está y tratar de acuerdo a la situación
y a la persona, o a las personas con las cuales está. Es una capacidad espiritual,
intelectual, apostólica, misionera, muy práctica. Todo está ordenado a hacer ver que
Dios te quiere, que Dios te ama, que Dios te perdona.
Otro aspecto que puede
ser importante, en el que se ve claramente esta paternidad es su celo apostólico.
A mí me tocó tenerlo como formador, como profesor, como director espiritual, como
superior. Como párroco en la Parroquia del Patriarca San José aparece el Evangelio
de Jesús, su celo apostólico, la misionariedad de la Iglesia. Y de manera muy concreta
este llamado a los jesuitas en formación que estábamos en la parroquia, a salir de
la cueva del egoísmo, salir de nosotros mismos, no quedarse a peinar la ovejita preferida,
sino salir hacia los otros, ir, ir hacia adelante, a encontrarse con la gente, a buscar
a la gente.
Y este salir a los pobres, salir a los enfermos, salir a los más
débiles, salir a los niños, a buscar a los chicos para el catecismo, a visitar a los
enfermos. En este caso en la parte de atrás del colegio Máximo -en aquél momento eran
10 hectáreas- se abrió una puerta hacia barrios obreros, con límites con villas miserias
para salir a las periferias. La puerta de adelante del Colegio Máximo da a una ruta
principal y a casas quintas. La puerta de atrás daba a estos barrios obreros, y era
salir para ir a estos barrios.
A mi me tocó ir a once cuadras de lo que fue
la sede parroquial, donde él fue el primer párroco, como superior del Máximo también,
para ir a meterme entre la gente, incluso lejos de lo que podía ser la seguridad de
la misma parroquia que quedaba, con la puerta hacia fuera, en el barrio, pero toda
la parroquia hacia dentro de lo que era el colegio Máximo.
Esta invitación
a salir, a buscar a la gente, donde ya está presente que el otro es Cristo. Como ahora
él expresa directamente con sus gestos y con sus palabras, que es ir a tocar las llagas
de Cristo en el otro que está sufriendo, para tener el gozo, la alegría del encuentro,
de compartir el amor de Dios, la alegría del Evangelio. Eso ya estaba presente en
aquél tiempo.
- ¿Cómo vivió el momento de la elección de Bergoglio, como
Obispo de Roma?
Gracias Cecilia por esta pregunta, para Radio Vaticana,
la Radio del Papa, la Voz del Papa. Yo tenía hace un año esta ilusión en el corazón,
porque conocía a Bergoglio y sabía su autoridad entre los Cardenales. En algún Sínodo
de los Obispos aquí en Roma, él tuvo que reemplazar al secretario para coordinar y
los obispos y las personas quedaron con una muy buena impresión.
Sabemos que
en el cónclave anterior, donde fue elegido Ratzinger como Obispo de Roma, la presencia
de Bergoglio, su persona, tuvo un significado muy particular. Sabía también su autoridad
y su rol fundamental en Aparecida, la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano
y Caribeño, de donde él mismo toma ahora ejes, líneas fundamentales, para su propio
Pontificado.
Además él mismo lo ha dicho, que él como Papa, está obedeciendo
a lo que se habló en las Congregaciones previas al Cónclave. Yo veo acá también mucho
del espíritu jesuita de obediencia a la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano
y Caribeño y también a los Cardenales, a la Iglesia, porque se habló mucho, se discutió
mucho sobre cómo tenía que ser el Papa en las Congregaciones previas al Cónclave.
Fueron largas estas Congregaciones para ver cuál era el perfil del Papa que hacía
falta y cuáles eran los problemas de la Iglesia en ese momento que el Papa tenía que
afrontar.
Después en el Cónclave, los Cardenales aplican este perfil, y lo
eligen a él. Y como él mismo refirió en la primera audiencia con los periodistas,
el 16 de marzo, explicando porqué había elegido el nombre de “Francisco” confió que
cuando los votos subían, pasaban los 90, ahí fue cuando el Cardenal Humes le dijo
“no te olvides de los pobres”.
- ¿Cuándo fue el último momento en el que
vio al padre Bergoglio antes de su elección como Obispo de Roma?
El sábado
anterior al Cónclave me encontré con él, estuve hablando con él, camino hacia la Plaza
de San Pedro, antes que iniciara la Congregación de ese día. Me impresionó y me impactó
-a pesar de que yo nunca perdí el contacto con él- su serenidad, su solidez, su buen
humor hablando de cosas que eran para reírse porque él siempre busca hacer bromas,
busca algo que es divertido en los diálogos. A su vez también yo planteé algún tema
que podía ser delicado para la Iglesia, y sin embargo, mantuvo siempre el mismo buen
humor, la misma solidez y serenidad. Fue una impresión muy grande, muy linda, encontrarme
con este padre tan crecido, tan sólido en su fe, tan sereno en un momento tan grave,
podríamos decir, de la Iglesia, como lo es la elección del Papa.
Aunque tenía
esa ilusión y esa esperanza, aún a pesar de todos los pronósticos donde él ya no era
“papable” sino gran elector, yo pensaba que se quedaba en Roma para colaborar con
el Papa -hasta se me hacía la idea que podría ser el Secretario de Estado porque yo
no concebía que él, con toda su capacidad, no se quedara en Roma. Y estaba convencido
de eso, que iba a estar entre los Cardenales que colaborarían con el Papa, seguro.
Por supuesto que estaba esta ilusión de que él fuera Papa.
Pero cuando fui
a transmitir después de la fumata blanca y cuando el Cardenal Tauran dijo “Jorge Mario
-después dice- Cardenal de la Iglesia…”, antes de decir el apellido, yo que ya estaba
ahí transmitiendo para toda la lengua española en Radio Vaticana, la Voz del Papa,
me bloqueé completamente y solamente atiné a decir: “hasta ahora Arzobispo de Buenos
Aires, jesuita” y no pude decir más, me quedé completamente bloqueado por la emoción.
Habían elegido Papa a mi “padre”.
- ¿Qué puede decir a un año de la elección
del padre Bergoglio como Obispo de Roma?
A un año de su elección como
Obispo de Roma, puedo decir que es el mismo padre Bergoglio, preocupado por la gente,
preocupado por llevar el amor de Jesús, la liberación, la salvación de Jesús, especialmente
los que sufren, sin juzgar, sin hacer diferencias, lo importante es la persona, la
dignidad de la persona, la condición de hijo de Dios.
Yo aconsejo leer la
exhortación apostólica “La Alegría del Evangelio” como algo escrito en primera persona,
porque pienso que es una descripción de él mismo cuando dice, por ejemplo, en el número
269: “Jesús mismo es el modelo de esta opción evangelizadora que nos introduce
en el corazón del pueblo. ¡Qué bien nos hace mirarlo cercano a todos! Si hablaba con
alguien, miraba sus ojos con una profunda atención amorosa: «Jesús lo miró con cariño»
(Mc 10,21). Lo vemos accesible cuando se acerca al ciego del camino (cf. Mc 10,46-52)
y cuando come y bebe con los pecadores (cf. Mc 2,16), sin importarle que lo traten
de comilón y borracho (cf. Mt 11,19). Lo vemos disponible cuando deja que una mujer
prostituta unja sus pies (cf. Lc 7,36-50) o cuando recibe de noche a Nicodemo (cf.
Jn 3,1-15)…”. Esto es lo que sucede en la plaza de San Pedro, lo que ha sucedido
durante todo este año, donde se da un encuentro de alguien que mira a la persona,
que la escucha, aunque sea una multitud, se trate de una persona que está en la plaza
que ha llegado por sus propios medios, o de un enfermo que está detrás, en una camilla
o en un silla de ruedas. Hay un encuentro donde él mira la persona, donde él escucha
la persona, donde él abraza la persona, donde él besa, donde él bendice. Entonces
la persona se siente considerada en su dignidad esencial de persona humana y además
de su condición de hijo de Dios.
Y la gente se pregunta “¿Por qué a mí este
gesto de ternura, de amor?” y como Francisco respondió a los chicos en la cárcel de
menores Casal de Marmo que le preguntaron “¿Porqué nos lavas los pies a nosotros,
porqué haces esto con nosotros?” y él les respondió “Porque Jesús me lo ha enseñado
así”. Y cuando la gente grita en la plaza “¡Francisco! ¡Francisco!” él ha dicho ya
varias veces “No griten ‘Francisco’, griten ‘¡Jesús!’, porque lo que está haciendo
él es transparentado a Cristo, haciéndose prójimo, provocando esta cultura del encuentro
donde cada uno es valorado en su dignidad y en su condición de hijo de Dios.
Francisco
está transparentando a Jesús, es el Evangelio reeditado en la plaza de San Pedro,
o en los lugares donde Francisco se encuentra con la gente. Por eso, para mí tiene
un significado muy particular ahora, con Francisco, estos términos: Pontífice, Puente
entre Dios y los hombres; Sacerdote, mediador entre Dios y los hombres; Vicario de
Cristo; Obispo de Roma, que nos está hablando con sus gestos y sus palabras de lo
esencial del Evangelio.
Es el mismo padre Bergoglio pero recargado, potenciado,
crecido en esta continuidad y perseverancia en su respuesta al llamado de Dios, a
su sí a Dios, un hombre de profunda espiritualidad, de profunda oración, de largo
tiempo de oración. Potenciado como padre, como pastor, como misionero, como sacerdote.
En esto sin duda tiene que ver la “gracia de estado”. Nosotros hablamos de la “gracia
de estado”, esa “gracia” que Dios da, para la misión que uno tiene que cumplir.
Creo
que él mismo lo define muy bien cuando dijo en una entrevista: “Me gusta ser sacerdote,
me gusta ser cura”. Y esto lo vemos claramente, esto es lo que está en el fondo
de todo lo que estamos viviendo ahora y que yo he vivido desde el 77 que lo conozco.
Me gusta citar también el número 273 de la exhortación apostólica “La Alegría
del Evangelio” donde me parece que también, además de hablar en primera persona, se
está describiendo a sí mismo: “La misión en el corazón del pueblo no es una parte
de mi vida, o un adorno que me puedo quitar; no es un apéndice o un momento más de
la existencia. Es algo que yo no puedo arrancar de mi ser si no quiero destruirme.
Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo. Hay que reconocerse
a sí mismo como marcado a fuego por esa misión de iluminar, bendecir, vivificar, levantar,
sanar, liberar...”.
Creo que en la palabra misión, “yo soy una misión
en esta tierra”, ya está incluida la palabra “pasión”. Bergoglio, el padre Bergoglio,
Papa Francisco, es un enamorado de Jesús, un apasionado por Jesús y su gente; alguien
que tiene un encuentro cotidiano con Jesús en la oración y que así sale al encuentro
del otro. Impulsado, movido por Jesús, por el amor de Jesús, a salir de sí mismo aunque
esté con dificultades de salud. Salir para ir a estar con el otro, ir al otro, contemplarlo,
mirarlo. Es una “pasión”, es una misión que se convierte en una pasión sin la cual
la vida no tiene sentido.
¿Qué siente ahora frente a Papa Francisco?
Para
concluir, Cecilia Mutual de Radio Vaticana, quisiera dar este testimonio personal:
el Papa Francisco me invita personalmente con su Pontificado, con su sacerdocio, como
padre, como pastor, como misionero, a ir al encuentro de Jesús en la oración, para
poder salir al encuentro del mismo Jesús y a tocar sus llagas en el hermano que sufre,
y pido a Dios esta gracia con su ejemplo. Es para mí una verdadera bendición, una
gracia de Dios, que Dios me haya hecho este regalo. Gracias a Radio Vaticana por permitirme
hablar de este padre tan querido, Jorge Mario Bergoglio, Papa Francisco, que me invita
al encuentro con Jesús.