La mística popular de América Latina da pertenencia y es misionera
En el espíritu de Aparecida, con el padre Antonio Grande
(RV).-
(Con audio)
La Iglesia
en América Latina después del Concilio Vaticano II, vino acompañando un camino de
revalorización de las diversas expresiones de fe del Pueblo de Dios. El Documento
de Aparecida profundizó esta enseñanza. Recogió la valoración que realizó el papa
emérito Benedicto XVI en el discurso inaugural del encuentro. En el número 258 se
expresa: “El Santo Padre (emérito) destacó la `rica y profunda religiosidad popular
en la cual aparece el alma de los pueblos latinoamericanos´, y la presenta como `el
precioso tesoro de la Iglesia católica en América Latina´”. Y, el número 264 recogió
esta ponderación: “Es parte de una originalidad histórica cultural de los pobres de
este continente, y fruto de `una síntesis entre las culturas y la fe cristiana”.
Por
otra parte, en el número 262, presentó que “la piedad popular es un imprescindible
punto de partida para conseguir que la fe del pueblo madure y se haga más fecunda.
El discípulo misionero tiene que ser sensible a ella, saber percibir sus dimensiones
interiores y sus valores innegables. Por este camino, se podrá aprovechar todavía
más el rico potencial de santidad y de justicia social que encierra la mística popular”.
El número 264 presenta que esta mística popular, es una experiencia original
de vida cristiana en medio de nuestros pueblos, testimonia la presencia paterna de
Dios y es un canal de transmisión de la fe en el camino de la historia.
Es
de destacar que el Papa Francisco recoge explícitamente, la experiencia histórica
de la piedad o mística popular latinoamericana y caribeña en su documento "La alegría
del Evangelio". En el número 124 presenta la riqueza del don del Espíritu Santo en
la vida de un gran número de personas cristianas que, de modo sencillo en su vida
cotidiana, integran sus actitudes, gestos y palabras orientados por la fe en Dios
y se ocupan de transmitirla a otros.
“En el Documento de Aparecida se describen
las riquezas que el Espíritu Santo despliega en la piedad popular con su iniciativa
gratuita. En ese amado continente, donde gran cantidad de cristianos expresan su fe
a través de la piedad popular, los Obispos la llaman también «espiritualidad popular»
o «mística popular» (V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del
Caribe, Documento de Aparecida, 262). Se trata de una verdadera «espiritualidad
encarnada en la cultura de los sencillos» (ibid, 263) No está vacía de contenidos,
sino que los descubre y expresa más por la vía simbólica que por el uso de la razón
instrumental, y en el acto de fe se acentúa más el credere in Deum que el credere
Deum. Es «una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia,
y una forma de ser misioneros» (ib, 264); conlleva la gracia de la misionariedad,
del salir de sí y del peregrinar: «El caminar juntos hacia los santuarios y el participar
en otras manifestaciones de la piedad popular, también llevando a los hijos o invitando
a otros, es en sí mismo un gesto evangelizador» (ib, 265). ¡No coartemos ni
pretendamos controlar esa fuerza misionera!”.
Esta valoración del Papa Francisco
hacia el camino que el Pueblo de Dios viene realizando en nuestros países, guiado
por el Espíritu Santo, y que se expresa en el integrar desde la fe los diversos aspectos
y momentos de la vida de tantas personas y comunidades cristianas, en medio de situaciones
desafiantes, es un signo que nos mueve a agradecer. Y, al mismo tiempo, conscientes
de la fragilidad humana, tiene que suscitar una renovada entrega en el seguimiento
del Señor y en el servicio evangelizador a los hermanos.