El Papa Francisco pide a los Institutos religiosos trasparencia en la gestión económica
y atención a los pobres
(RV).- (Con audio) “No sirve una pobreza
teórica, sino la pobreza que se aprende tocando la carne de Cristo pobre, en los humildes,
en los pobres, en los enfermos y en los niños”. Lo escribe el Papa Francisco en su
Mensaje a la reunión al Congreso que reúne, hoy y mañana, a los Ecónomos y a las Ecónomas
generales de más de 500 Institutos de Vita Consagrada de todo el mundo.
El
tema del encuentro, que se lleva a cabo en la sede de la Pontificia Universidad Antonianum
de Roma, es “La gestión de los bienes eclesiásticos de los Institutos de Vida Consagrada
y de las Sociedades de Vida Apostólica al servicio del humanum y de la misión
de la Iglesia”.
“Es necesario vigilar atentamente a fin de que los bienes
de los Institutos sean administrados con prudencia y transparencia”: es la recomendación
del Papa Francisco, quien pide que sean “tutelados y preservados, conjugando la prioritaria
dimensión carismático-espiritual con la dimensión económica y la eficiencia”, según
una tradición – escribe el Pontífice – que “no tolera derroches y que está atenta
a la buena utilización de los recursos”.
El mandato del Papa Francisco es
muy claro: “Sean aún hoy, para la Iglesia y para el mundo, las avanzadas de la atención
a todos los pobres y a todas las miserias, materiales, morales y espirituales, como
superación de todo egoísmo siguiendo la lógica del Evangelio”.
Francisco se
refiere a la “pobreza amorosa” que “es solidaridad, participación y caridad” y que
se expresa “en la sobriedad, en la búsqueda de la justicia y en la alegría de lo
esencial”. Y subraya que “siempre es útil poner advertir acerca de los ídolos materiales
que ofuscan el sentido auténtico de la vida”.
El Santo Padre también recuerda
al Papa Pablo VI, citando las palabras que pronunció al día siguiente de la clausura
del Concilio Ecuménico Vaticano II, en que invitaba a “una nueva y auténtica mentalidad
cristiana” y a un “nuevo estilo de vida eclesial”. Palabras con las que de alguna
manera fotografiaba ya en 1970 la necesidad difusa de “conquista, posesión, gozo de
los bienes económicos”, que veía, tal como afirmó “en la opinión pública”, pero también
“dentro y fuera de la Iglesia”.
Mientras hoy, el Papa Francisco denuncia “una
economía de la exclusión y de la injusticia”, para afirmar a continuación que “frente
a la precariedad en que vive la mayor parte de los hombres y de las mujeres de nuestro
tiempo, así como frente a las fragilidades espirituales y morales de tantas personas,
en particular de los jóvenes, nos sentimos interpelados como comunidad cristiana”.
Por tanto, se trata de una invitación decidida y fuerte “a los Institutos
de Vida Consagrada y a las Sociedades de Vida Apostólica que pueden y deben ser sujetos
protagonistas y activos en vivir y testimoniar que el principio de gratuidad y la
lógica del don encuentran su lugar en la actividad económica”.
Por su parte,
refiriéndose a los trabajos de esta asamblea, el Cardenal João Braz de Aviz, Prefecto
de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y a las Sociedades de Vida
Apostólica – a quien el Papa Francisco dirigió su Mensaje –, explicó que es “necesario
trazar el balance que presenta luces y sombras”. Y subrayó que los consagrados deben
ser inducidos a entrar en el mecanismo de las leyes de la economía moderna”, para
reafirmar después que “deben hacerlo con la sencillez y la prudencia propia del discípulo
del Señor”.
También el Secretario de este Dicasterio, Monseñor José Rodríguez
Carballo, subrayó la importancia de “poner juntos una perfecta y cualificada organización
sin olvidar una administración que sea espiritual”.