(RV).- (Audio) El padre Antonio
Grande, de la diócesis de Rafaela, en la Argentina, que actualmente realiza el servicio
de rector del Colegio Sacerdotal y de la Iglesia Argentina en Roma, nos sigue hablando
de la nueva Evangelización.
La fuerza evangelizadora de la piedad popular
El don del Bautismo hace que el cristiano participe de la vida del
Señor Jesús en su Iglesia. Ella es la comunidad creyente reunida en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo con la misión de anunciar esta Buena Noticia
renovadamente a los hombres, los pueblos y sus culturas. La acción evangelizadora
de la Iglesia hace presente esta novedad y acompaña a los bautizados en el ejercicio
de su responsabilidad dentro del Pueblo de Dios y en la vida del pueblo civil al que
pertenece. Cuando un pueblo en una parte mayoritaria de sus integrantes es tocado
por el Evangelio se dice que posee una religiosidad popular animada por la fe católica.
La Iglesia reconoce su propia fisonomía y le propone la vida en Cristo como fuerza
transformadora que eleva, purifica y potencia de modo creativo toda su vida. En 1979,
el Episcopado Latinoamericano en el número 450 del Documento de Puebla afirmó:
“La
religiosidad popular no solamente es objeto de evangelización sino que, en cuanto
contiene encarnada la Palabra de Dios, es una forma activa con la cual el pueblo se
evangeliza continuamente a sí mismo”.
La Iglesia en Latinoamérica y el Caribe,
siguió viviendo y reflexionando esta experiencia hermosa y exigente en su discernimiento,
enseñanza y práctica pastoral. En su caminar no faltaron incomprensiones, contradicciones
y maduraciones en el sufrimiento. En 2007, el Documento de Aparecida, en el número
264, reafirmó el valor de la piedad o religiosidad popular como expresión de la fe
vivida por muchos hijos de la Iglesia y reconoció su dimensión misionera.
“La
piedad popular es una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de
la Iglesia y una forma de ser misioneros, donde se recogen las más hondas vibraciones
de la América profunda… En el ambiente de secularización que viven nuestros pueblos,
sigue siendo una poderosa confesión del Dios vivo que actúa en la historia y un canal
de transmisión de la fe”.
El Papa Francisco volvió a convocar a todos los
bautizados a una nueva evangelización en la que el Pueblo de Dios ponga en juego todas
las gracias que recibe y actúe la responsabilidad misionera que le encomendó su Fundador.
Usando palabras de Aparecida, anima a todos a ser discípulos misioneros con alegría
en la experiencia que la Iglesia viene desarrollando en el caminar de cada país y
continente. Enseña en el número 122 de La alegría del Evangelio:
“Cuando en
un pueblo se ha inculturado el Evangelio, en su proceso de transmisión cultural también
transmite la fe de maneras siempre nuevas; de aquí la importancia de la evangelización
entendida como inculturación. Cada porción del Pueblo de Dios, al traducir en su vida
el don de Dios según su genio propio, da testimonio de la fe recibida y la enriquece
con nuevas expresiones que son elocuentes. Puede decirse que «el pueblo se evangeliza
continuamente a sí mismo».). Aquí toma importancia la piedad popular, verdadera expresión
de la acción misionera espontánea del Pueblo de Dios. Se trata de una realidad en
permanente desarrollo, donde el Espíritu Santo es el agente principal”.
Pidamos
al Espíritu responder a la convocatoria papal ¡con un corazón disponible, generoso
y creativo!