Quienes tienen un ministerio de guía y predicación no deben considerarse propietarios
de poderes especiales, sino ponerse al servicio de la comunidad. El Papa a la hora
del Ángelus
(RV).- (Con audio y video) A la hora del Ángelus
dominical el Papa Francisco recordó el problema de las divisiones a las que se enfrenta
el Apóstol San Pablo según refiere la segunda lectura del día. Y explicó que se trata
de un modo de pensar equivocado, porque la comunidad no pertenece a los apóstoles,
sino que son ellos los que pertenecen a la comunidad; a la vez que toda la comunidad
¡pertenece a Cristo!
Por esta razón el Santo Padre afirmó que de esta pertenencia
deriva que en las comunidades cristianas – diócesis, parroquias, asociaciones, movimientos
– las diferencias no pueden contradecir el hecho de que todos, por el Bautismo, tenemos
la misma dignidad: todos, en Jesucristo, somos hijos de Dios. Y destacó que los que
han recibido un ministerio de guía, de predicación, de administrar los Sacramentos,
no deben considerarse propietarios de poderes especiales, sino ponerse al servicio
de la comunidad, ayudándola a recorrer con alegría el camino de la santidad. Además,
al recordar que la Iglesia hoy encomienda el testimonio de este estilo de vida pastoral
a los nuevos Cardenales, con quienes había celebrado poco antes la Santa Misa, el
Obispo de Roma dijo que tanto Consistorio del sábado 22 de febrero como la Celebración
del VII Domingo del Tiempo Ordinario, les han ofrecido una ocasión preciosa para experimentar
la catolicidad de la Iglesia, bien representada por la variegada procedencia de los
miembros del Colegio Cardenalicio, reunidos en estrecha comunión en torno al Sucesor
de Pedro.
El Papa Francisco también formuló votos para que los momentos litúrgicos
y de fiesta, que tuvieron la oportunidad de vivir, refuercen en todos la fe, el amor
por Cristo y por su Iglesia. De la misma manera, el Pontífice invitó a sostener a
estos Pastores y a asistirlos con la oración, a fin de que guíen siempre con celo
al pueblo que les ha sido encomendado, mostrando a todos la ternura y el amor del
Señor.
“Todos juntos – dijo el Papa antes de Rezar a la Madre de Dios – Obispos,
presbíteros, personas consagradas y fieles laicos debemos ofrecer el testimonio de
una Iglesia fiel a Cristo, animada por el deseo de servir a los hermanos y dispuesta
a salir al encuentro con coraje profético de las expectativas y exigencias espirituales
de los hombres y de las mujeres de nuestro tiempo. Que la Virgen nos acompañe y nos
proteja en este camino”. (María Fernanda Bernasconi – RV).
Texto
completo de las palabras del Papa antes de la oración del Ángelus
(Con
audio) Queridos hermanos
y hermanas, ¡buenos días! En la segunda Lectura de este domingo, San Pablo afirma:
“Así que, no se gloríe nadie en los hombres, pues todo es suyo: ya sea Pablo, Apolo,
Cefas (es decir, Pedro), el mundo, la vida, la muerte, el presente, el futuro, todo
es suyo; y ustedes, de Cristo y Cristo de Dios” (1 Cor 3,23). ¿Por qué dice
esto el Apóstol? Porque el problema que el Apóstol se encuentra es el de las divisiones
en la comunidad de Corinto, donde se habían formado grupos que se referían a los diversos
predicadores considerándolos jefes; decían: “Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas…”
(1, 12). San Pablo explica que este modo de pensar está equivocado, porque la comunidad
no pertenece a los apóstoles, sino que son ellos los que pertenecen a la comunidad;
pero la comunidad, toda entera, ¡pertenece a Cristo!
De esta pertenencia deriva
que en las comunidades cristianas – diócesis, parroquias, asociaciones, movimientos
– las diferencias no pueden contradecir el hecho de que todos, por el Bautismo, tenemos
la misma dignidad: todos, en Jesucristo, somos hijos de Dios. Y ésta es nuestra dignidad:
en Jesucristo somos hijos de Dios. Aquellos que han recibido un ministerio de guía,
de predicación, de administrar los Sacramentos, no deben considerarse propietarios
de poderes especiales, sino ponerse al servicio de la comunidad, ayudándola a recorrer
con alegría el camino de la santidad.
Hoy la Iglesia encomienda el testimonio
de este estilo de vida pastoral a los nuevos Cardenales, con quienes celebré esta
mañana la Santa Misa. Podemos saludar todos a los nuevos cardenales con un aplauso,
¡saludémoslos a todos!. El Consistorio de ayer y la Celebración Eucarística de hoy
nos han ofrecido una ocasión preciosa para experimentar la catolicidad, la universalidad
de la Iglesia, bien representada por la variada procedencia de los miembros del Colegio
Cardenalicio, reunidos en estrecha comunión en torno al Sucesor de Pedro. Y que el
Señor nos dé la gracia de trabajar por la unidad de la Iglesia, de construir esta
unidad, porque la unidad es más, más importante que los conflictos. La unidad de la
Iglesia está en Cristo. Los conflictos son problemas que no siempre son “de Cristo”. ¡Que
los momentos litúrgicos y de fiesta, que hemos tenido la oportunidad de vivir en el
curso de las últimas dos jornadas, refuercen en todos nosotros la fe, el amor por
Cristo y por su Iglesia! También los invito a sostener a estos Pastores y a asistirlos
con la oración, a fin de que guíen siempre con celo al pueblo que les ha sido encomendado,
mostrando a todos la ternura y el amor del Señor. Pero, ¡cuánta necesidad de oración
tiene un Obispo, un Cardenal, un Papa, para que pueda ayudar a seguir adelante al
pueblo de Dios! Digo “ayudar”, es decir, servir al pueblo de Dios. Porque la vocación
del Obispo, del Cardenal y del Papa es, justamente, ésta: ser servidor, servir en
nombre de Cristo. Recen por nosotros para que todos seamos buenos servidores, buenos
“servidores” no buenos “patrones”. Todos juntos, Obispos, presbíteros, personas consagradas
y fieles laicos debemos ofrecer el testimonio de una Iglesia fiel a Cristo, animada
por el deseo de servir a los hermanos y dispuesta a salir al encuentro con coraje
profético de las expectativas y exigencias espirituales de los hombres y de las mujeres
de nuestro tiempo. Que la Virgen nos acompañe y nos proteja en este camino.
Saludos
del Santo Padre tras el rezo del Ángelus
Saludo a todos los peregrinos
presentes, en particular a los venidos con ocasión del Consistorio, para acompañar
a los nuevos Cardenales; y agradezco mucho a los países que han querido estar presentes
en este evento con Delegaciones oficiales.
Saludo a los estudiantes de Tolosa
y a la comunidad de los venezolanos residentes en Italia.
Saludo a los fieles
de Caltanissetta, Reggio Calabria, Sortino, Altamura, Ruvo e Lido degli Estensi; a
los chicos de Reggio Emilia y a los de la diócesis de Lodi; a la Asociación ciclística
de Agrigento y a los voluntarios de la Protección civil de la Bassa Padovana.
¡A
todos les deseo un feliz domingo y buen almuerzo! ¡Hasta pronto!